Entradas

Un velero llamado Velella

Imagen de portada: Unconventional Mermaid: Portuguese Man o’ War. Autora: MayContainBirdseed. Fuente: Deviantart.

A principios de invierno llegó a la prensa y redes sociales la noticia de miles de «medusas» varadas en playas gallegas, sobre todo Velella velella pero también Physalia physalis. Sin embargo, a pesar de su aspecto medusoide, se trata en realidad de organismos coloniales y no de medusas individuales.

Velella y Physalia son cnidarios de la clase de los hidrozoos.

A Velella velella, habitual en estas costas, se la conoce popularmente como veleiriños o «medusa velero». En Europa sus registros son más abundantes en el Mediterráneo, oeste de la península ibérica, Francia («vélelle») y Reino Unido («by-the-wind sailor»).

Sus invasiones playeras, arrastradas por el viento y las corrientes pueden formar imágenes espectaculares con millones de individuos a lo largo de la costa oeste de Norteamérica, Italia o incluso en Nueva Zelanda. En playas de Liguria (Italia) se han llegado a contabilizar ¡ entre 20.000-120.000 colonias/m2 !

A la segunda invasora, Physalia physalis (no tan común por aquí), la precede su fama y apodo: carabela portuguesa (en inglés: Portuguese Man o’War). Tanto Velella como Physalia son azuladas gracias a carotenoides (astaxantina) obtenidos de sus presas. Les sirven para protegerse de la radiación UV y camuflarse de los depredadores como aves, tortugas y peces. Pero ambos organismos presentan diferencias importantes como veremos…

Los veleiriños no son peligrosos para ti (ni para tu perrito despistado por la playa), pero poseen células urticantes y no hay por qué probar su efecto. Son más pequeños que Physalia y se diferencian de ellas por la vela en su parte aérea (frente al flotador/globito de las carabelas portuguesas).

No conviene tocar a ninguna de ambas pero si ven el flotador de Physalia ni-se-les-ocurra. Su picadura puede ser grave en algunos casos. Llegan a ocasionar laceraciones en la piel y como mínimo te dejarán un molesto y prolongado dolor.

Por suerte la varada de estos hidrozoos sucede fuera de la época estival y el riesgo de un mal encuentro es pequeño. Pero seamos prudentes si las descubrimos en la playa. Su color azul debería darnos que pensar. Así que…¡¡no toques!! ¡¡¿por qué tocas?!!

En el nuevo proyecto de ciencia colaborativa DIVERSIMAR (IEO) comentaron su llegada en enero, incluyendo una descripción completa de Physalia.

Un pescador y divulgador ejemplar que les recomiendo seguir en twitter, Rogelio Santos Queiruga (@QueirugaRogelio), publicó un vídeo comentando que era la primera vez que la veía. Y 4 horas después de tocarla aún sentía su picadura en los dedos. La curiosidad nos puede a menudo pero en este caso ¡¡no toques!!

Además de su aspecto y veneno hay algo más que distingue a los veleiriños de las carabelas. Un detalle inapreciable a simple vista pero que nos interesa mucho en este blog. Velella posee dinoflagelados simbiontes mientras que Physalia aparentemente no.

La información sobre la posición ecológica de Velella es limitada, pero en su alimentación parecen jugar un papel esencial tanto el zooplancton (huevos de peces, copépodos, cladóceros, larvas de invertebrados, etc.), como los propios dinoflagelados simbiontes.

La relación entre Velella y sus simbiontes recuerda a las que poseen otros cnidarios como los antozoos, incluyendo anémonas y pólipos formadores de arrecifes (asociados p.ej. con dinoflagelados del género Symbiodinium). Con Velella viajan y conocen mundo…

¿Dónde están y quiénes son los dinoflagelados de Velella?

Sobre «dónde están» les contestaré que en el tejido endodérmico de los gonóforos (individuos medusoides que habitan en la colonia formando racimos sobre las ramas genitales o gonozoides). Dentro del huésped los simbiontes tienen forma cocoide, son bolitas doradas y de ahí su nombre coloquial: zooxantelas.

Y para contestarles «quiénes son» tendré que contarles una historia que se remonta cien años atrás…

A los simbiontes de Velella velella aisladas en el Mediterráneo les llamaron Endodinium chattonii en 1922, y luego les fueron cambiando de género. En 1924 a Zooxanthella, en 1971 a Amphidinium y por fin en 1993, Scrippsiella chattonii.

En ese último trabajo (Banaszak y col. 1993) aislaron y cultivaron por primera vez los simbiontes fuera del huésped, en forma libre. Y observaron que en cultivo alternaban formas cocoides con células móviles cubiertas por placas de celulosa que identificaron como Scrippsiella velellae.

Scrippsiella velellae. Fuente: Banaszak y col. (1993).

Dicha descripción pertenecía a simbiontes de Velella velella del Pacífico y no coincidían exactamente con los descritos en las Velella del Mediterráneo. Así que a estos simbiontes les asignaron el nombre citado de Scrippsiella chattonii. Ninguna de ambas descripciones incluía datos genéticos...

…y el único trabajo con secuencias genéticas no incluye morfología. Se hizo sobre simbiontes de Velella en el mar de los Sargazos (Gast & Caron 1996) y sus resultados se discutieron años después concluyendo que la secuencia de 18S rADN coincidía con otras de un nuevo género simbionte en radiolarios: Brandtodinium (Probert y col. 2014).

Ahora sí, a ver si desenredamos la madeja…

Según esto, Velella velella tendría la capacidad de asociarse con Brandtodinium y Scrippsiella para establecer una relación simbionte. Y Brandtodinium sería también el dinoflagelado simbionte en radiolarios de varios órdenes taxonómicos (Collodaria, Nassellaria y Spumellaria) según Probert y col.

Las ilustraciones de radiolarios de Ernst Haeckel (1862) incluían a dichos órdenes y en sus representaciones incluyó a las zooxantelas.

La costumbre de llamar zooxantelas a cualquier simbionte doradito en organismos marinos (dinoflagelados o no) llevó por dos veces a proponer la anulación del género Zooxanthella, justificando la creación de Brandtodinium.

Sin embargo, el éxito coloquial y la imprecisión del término zooxantela no era razón suficiente para invalidar Zooxanthella (descrito por Karl Brandt en 1882). Así pues, la creación de Brandtodinium no era aceptable y los endosimbiontes de Velella velella siguen perteneciendo a Scrippsiella velellae y S. chattonii (Guiry & Andersen 2018).

La descripción de S. chattonii era también incorrecta, aunque sólo por cuestiones técnicas resueltas en 2018. Sus autores obviaron la página del basónimo (nombre científico bajo el cual fue originalmente nombrada: Endodinium chattonii), necesaria para la trazabilidad según el art. 41.5 del Código Internacional de Nomenclatura Botánica.

Espero no haberles mareado con tanto giro de guión.

Para serles claro: los debates sobre nombres científicos apasionan a los taxónomos y yo diría que este aún no ha terminado del todo. Así que si alguien les pregunta por los simbiontes de Velella velella contesten que son dinoflagelados o zooxantelas y no se equivocarán nunca.

Porque tanto Scrippsiella velellae como otras especies de Zooxanthella, Symbiodinium y nuevos géneros de dinoflagelados simbiontes como Breviolum, Effrenium, Fugacium, etc., son y serán siempre ¡zooxantelas!. Y ahora sí. Colorín, colorado, este cuento se ha acabado

Referencias:

  • Banaszak A.T. y col. Scrippsiella velellae sp. nov. (Peridiniales) and Gloeodinium viscum sp. nov (Phytodiniales), dinoflagellate symbionts of hydrozoans (Cnidaria). J. Phycol. 29:517-28. (1993).
  • Betti F.B. y col. Massive strandings of Velella velella (Hydrozoa: Anthoathecata: Porpitidae) in the Ligurian Sea (North-western Mediterranean Sea). Eur. Zool. J. 86: 343-353. (2019).
  • Guiry M.D. & Andersen R.A. Validation of the generic name Symbiodinium (Dinophyceae, Suessiaceae) revisited and the reinstatement of Zooxanthella K.Brandt. Notulae Algarum 58:1-5. (2018).
  • Lopes A.R. y col. “Gone with the wind”: Fatty acid biomarkers and chemotaxonomy of stranded pleustonic hydrozoans (Velella velella and Physalia physalis). Biochem. Sist. Ecol. 66:297-306 (2016).
  • Probert I. y col. (2014). Brandtodinium gen. nov. and B. nutricula comb. nov. (Dinophyceae), a dinoflagellate commonly found in symbiosis with polycystine radiolarians. Journal of Phycology 50(2): 388-399. (2014).
  • Zagalsky P.F. y Herring P.J. Studies of the blue astaxanthin-proteins of Velella velella (coelenterata: chondrophora). Phil. Trans. R. Soc. B 279:289-326 (1977).
  • Zeman S.M. y col. Trophic ecology of the neustonic cnidarian Velella velella in the northern California Current during an extensive bloom year: insights from gut contents and stable isotope analysis. Mar Biol. 165:150. (2018).

Medusas invertidas y constelaciones boreales

Imagen de Portada: Un arco celeste [Autora: Noa Táboas. Fuente: Ceos Galegos]

El 8 de noviembre se presentó en el ICM-CSIC de Barcelona el libro de divulgación «100 Secrets Dels Oceans«, escrito por Esther Garcés y Daniel Closa. Y allí estuve, primero porque Esther me avisó, y luego porque a mí también me emocionaría contar en una ocasión así con colegas y amigos entre el público.

Devoré los 100 secrets. Me recordaron a las entradas de un blog y resultan muy amenos porque van al grano (2 páginas por secreto). De momento solo está disponible en catalán pero no conocer bien la lengua (como es mi caso) no impide entenderlo, engancharse y disfrutar de los secrets dels oceans…empezando por el de su propio origen.

Lo que no sabía es que este viaje me iba a proporcionar además un nuevo tema para el blog. Y fue gracias a una visita al día siguiente (con mi colega Nagore Sampedro como guía) a las instalaciones del ICM.

Para ser exacto descubrí a nuestras protagonistas de hoy en la Zona de Acuarios y cámaras Experimentales (ZAE, CMIMA). Allí me permitieron grabar el siguiente vídeo (gracias a Maxi y a otra persona de cuyo nombre no me acuerdo, perdón!).

Junto al acuario había una ficha explicativa con el título «Cassiopea sp.»

La simbiosis entre algas e invertebrados marinos es un tema fascinante y el de hoy es un caso muy curioso, acompañado de un lío taxonómico de proporciones astronómicas resuelto este mismo verano.

Un par de medusas invertidas del género Cassiopea. Fuente: L’aquarium (Barcelona).

Cassiopea es un género de cnidarios que poseen fase de medusa en su ciclo de vida (escifozoos). Agrupa a unas 10 especies válidas mediante criterios genéticos y como han podido comprobar hacen algo muuuuy raro: están al revés. Por eso se les llama medusas invertidas.

El motivo de que estén cabeza abajo agitando los pies (perdón, umbrela hacia abajo, brazos orales y tentáculos arriba) es muy sencillo: almacenan algas endosimbiontes en sus brazos. De ahí su tono verdoso y el hecho de que necesiten luz para sobrevivir!

Este simpático comportamiento explica también su nombre.

En la mitología griega, Casiopea fue castigada por Poseidón quien la ató a una silla en una posición que al rotar la bóveda celeste deja a la pobre Casiopea cabeza abajo la mitad del tiempo.

La constelación de Casiopea. Fuente: La bitácora de Galileo.

Así, la constelación de Casiopea parece una M o una W cuando la silla está al revés.

La imagen de la portada es como el juego de ¿dónde está Wally? Descubrirán a Casiopea a la izquierda de la capilla, atravesada por la nube de la Vía Láctea y cabeza abajo!

Las algas producen nutrientes esenciales para Cassiopea (p.ej. glucosa y glicerol), por eso les gusta poco nadar y prefieren estar en el fondo patas pa’rriba. Su hábitat característico son los fondos tropicales poco profundos, arenosos o fangosos en zonas de manglares.

¿Y cuáles son las algas de Cassiopea? Perrito piloto para quien acierte. Les adelanto que son dinoflagelados y aquí van 3 opciones:

(A) Symbiodinium, (B) Zooxanthella, (C) Brandtodinium.

El término zooxantelas se aplica coloquialmente a todas las algas simbiontes de invertebrados marinos, sea cual sea su naturaleza (dinoflagelados, diatomeas, etc).

Pero proviene de un género concreto, Zooxanthella, creado por K. Brandt en 1881 para la especie Zooxanthella nutricula, un alga simbionte del radiolario Collozoum inerme, que resultó luego ser un dinoflagelado. Antes que él, otros investigadores como Haeckel y Hertwig habían examinado aquellas «células amarillas» en el s.XIX, pero creían estar ante estructuras del propio animal o algas parásitas.

Luego se publicaron nuevos géneros de dinoflagelados simbiontes como Philozoon y Zoorhabdella aislados de cnidarios y foraminíferos (Geddes 1882; Rhumbler 1909), todavía válidos en la actualidad aunque no se sepa nada más sobre ellos.

Para los que contestasteis (A) Symbiodinium. Fuente: PSD.

Pues bien. En 1962 H.D. Freudenthal describió a las algas de Cassiopea como un nuevo género de dinoflagelados dando nombre a la primera especie: Symbiodinium microadriaticum. 

Así que la opción correcta era (A) pero ya verán que la historia no es tan sencilla.

Symbiodinium es una Rock Starfamosa en el mundo entero por ser el alga simbionte en los arrecifes de coral, aunque pueden vivir también en forma libre. Si quieren saber más de ellas pueden revisar «la trilogía del coral».

Symbiodinium es imprescindible para Cassiopea (también para los arrecifes tropicales, cuyo blanqueamiento significa que pierden sus algas y mueren si no las recuperan a tiempo). La fase de pólipo no avanza a medusa (estrobilación) si Cassiopea no incorpora a Symbiodinium. Los pólipos obtienen las algas del medio natural, no las heredan.

Durante décadas se creyó que sólo existía una especie de Symbiodinium en huéspedes tan variados como foraminíferos, radiolarios, ciliados, moluscos y esponjas.

Pero a finales del s.XX llegó la biología molecular para poner orden y revelar hasta 8 grupos moleculares y subgrupos varios. Así, los Symbiodinium se denominaron en su mayoría siguiendo letras (de la A a la I), para etiquetar los grupos moleculares a falta de una descripción válida a nivel de especie.

Symbiodinium natans (colección CCVIEO del IEO de Vigo). Aislado por Rosa Figueroa en muestreos en las Islas Canarias. Fuente: F. Rodríguez.

Un antiguo error taxonómico lo complicó todo. 

La descripción de Symbiodinium de Freudenthal (1962) no era válida según el código internacional de nomenclatura en algas (Código Melbourne) porque no incluyó holotipo (ejemplar tipo de la especie que sirve para realizar su descripción científica).

Y esto fue así hasta que alguien describió correctamente una especie de Symbiodinium validando de paso al género. Tal cosa sucedió en 2009, con la publicación de Symbiodinium natans a partir de una muestra de plancton en Tenerife (Hansen & Daugbjerg).

Y para complicarlo aún más en 2014 (Probert y col.) describieron un nuevo género de algas simbiontes, Brandtodinium (en honor a K. Brandt), para aclarar que los radiolarios poseen dinoflagelados distintos. Para mí que estaban hartos de tanto lío de nombres pero su Brandtodinium era al fin y al cabo la Zooxanthella nutricula descrita por Brandt en 1881.

Ya les dije que no era sencillo, pero por fin alguien ha desenredado todo este entuerto (de momento).

Filogenia molecular con los nuevos géneros de dinoflagelados simbiontes relacionados con Symbiodinium. Fuente: LaJeunesse y col. (2018).

LaJeunesse y col. (2018) publicaron en agosto un extenso trabajo en el que describen que los clados moleculares de Symbiodinium son en realidad géneros distintos.

El clado A sigue siendo Symbiodinium porque contiene a la primera especie válida descrita: S. natans (y también a S. microadriaticum, simbionte de Cassiopea).

Pero otros 6 clados moleculares han pasado ahora a tener nombres que recuerdan a elementos químicos de la tabla periódica: Breviolum, Cladocopium, Durusdinium, Effrenium, Fugacium y Gerakladium.

Todos comparten algo en común, pertenecer al orden taxonómico de los Suessiales. Además, LaJeunesse aporta un dato muy interesante: la antigüedad de estos dinoflagelados (según relojes moleculares) data del período Jurásico, coincidiendo con la rápida diversificación y crecimiento de los arrecifes de coral después de la extinción masiva del Triásico…esa que llevó a los dinosaurios a dominar la Tierra.

Y los dinoflagelados simbiontes como Zooxanthella nutricula, que pertenecen a otro orden distinto (Peridiniales), se incluyen en dicho género creado por K. Brandt en 1881, que sigue siendo válido a pesar de tanto zarandeo.

Referencias:

-Brandt K. Ueber das Zusammenleben von Thieren und Algen. Verhandlungen der Physiologischen Gesellschaft zu Berlin 1881-1882: 22-26 (1881).
-Freudenthal H.D. Symbiodinium gen. nov. and Symbiodinium microadriaticum sp. nov., a zooxanthella: Taxonomy, life cycle, and morphology. J. Protozool. 9:45–52 (1962).
-Geddes P. Further researches on animals containing chlorophyll. Nature 25:303-305 (1882).
-Hansen G. & Daugbjerg N. Symbiodinium natans sp. nov.: A ‘‘free-living’’ dinoflagellate from Tenerife (Northeast-Atlantic Ocean). J. Phycol. 45:251–263 (2009).
-LaJeunesse T. y col. Systematic Revision of Symbiodiniaceae Highlights the Antiquity and Diversity of Coral Endosymbionts. Curr. Biol. 28:1-11 (2018).
-Probert I. y col. Brandtodinium gen. nov. and B. nutricula comb. nov. (Dinophyceae), a dinoflagellate commonly found in symbiosis with polycystine radiolarians. J. Phycol. 50:388-399 (2014).
-Rhumbler L. Die Foraminiferen (Thalamophoren) der Plankton-Expedition. Ergebnisse der Plankton-Expedition der Humboldt-Stiftung 3(L.C.): 1-311 (1909).

 

Zooxantelas y demás parientes

Ilustraciones de zooxantelas (Brandt, 1883)

Zooxantelas quiere decir «animalitos amarillos», aunque hoy en día sabemos que son algas, mayormente dinoflagelados fotosintéticos simbiontes

Los primeros experimentos serios con ellas los hizo un tal K. Brandt allá por 1883, quien se dedicó literalmente a matar de hambre anémonas (son carnívoras, doy fe de que les «chiflan» los mejillones) mantenidas con luz ó en oscuridad…

¿Y qué pasó? Brandt descubrió que sus anémonas en ayunas sobrevivían siempre que tuvieran luz gracias a las zooxantelas, mientras que en oscuridad palidecían y se morían en apenas dos meses.
Las anémonas pueden vivir también en oscuridad pero solo si tienen comida suficiente…

Ilustración de H.G. Smith (1939)

50 años después, en un dibujo de 1939 vemos el corte de un tentáculo de Anemonia sulcata, con las zooxantelas (z.) debajo, en la parte interior. En este trabajo se buscaban respuestas sobre la relación entre zooxantelas y anémonas: ¿se las comen? ¿qué le aportan al animal?…y estas mismas preguntas también se planteaban en el caso de los corales.

La medusa tropical Cassiopea xamachana.

A partir de aquí vamos a dejar de hablar de zooxantelas para llamarlas por su nombre científico, Symbiodinium. En 1962 H.D. Freudenthal describió formalmente la primera especie, Symbiodinium microadriaticum, en la medusa «invertida» Cassiopea xamachana.

Symbiodinium es muy «generoso» con los corales: 

les aporta el 95% de sus productos fotosintéticos, imprescindibles para la supervivencia y el crecimiento del arrecife en las zonas tropicales.Y el coral le «ofrece» nutrientes inorgánicos (fosfatos, amonio) y un medio de vida muy cómodo, aunque bajo control «dictatorial» como veremos…

El ciclo de vida de Symbiodinium.
Adaptado de Freudenthal (1962)

 

El ciclo de vida de Symbiodinium incluye un quiste vegetativo (A) que puede dividirse (B, C) y una célula flagelada móvil (E) pero solo cuando están en forma libre en el océano…Porque los corales manipulan el ciclo de vida de Symbiodinium, los mantienen en la fase de quiste en su interior. Y también controlan su abundancia: pueden expulsarlos al agua ó comérselos, aunque suelen elegir lo primero

¿Y cómo llega Symbiodinium al coral? Pues en algunos casos los capturan del océano, pero en otras especies se «heredan» los Symbiodinium de «padres a hijos» en la colonia de coral.

Symbiodinium también vive en La almeja gigante Tridacna maxima.
Autor: RevolverOcelote. Disponible en Wikimedia commons

Symbiodinium no solo vive en los corales, anémonas ó medusas, también en esponjas, moluscos (p.ej. almejas gigantes) e incluso algunos seres unicelulares (ciliados).

Durante más de 20 años se pensó que solo existía una especie, Symbiodinium microadriaticum, y que ésta se extendía de forma global en todos esos organismos…¿Cómo iba nadie a distinguir especies si lo único que veíamos eran bolitas amarillas…? Lo sabremos en la próxima entrada, viajando a la gran barrera de arrecife en Australia…
 

Referencias:

-Boschma H. On the food of reef corals. Proceedings Royal Acad. Amsterdam XXIV: 993-997 (1926).
-Brandt K. Ueber die morphologische und physiologische Bedeutung des Chlorophylls bei Thieren. Mitt. Zool. Stat. Neapel, Bd. 4 (1883).
-Freudenthal, H.D. Symbiodinium gen. nov. and Symbiodinium microadriaticum sp. nov., a Zooxanthella: Taxonomy, life cycle, and morphology. J. Protozool. 9:45–52 (1962).
-Smith H.G. The signficance of the relationship between actinians and zooxanthellae. J. Exp. Biol. 16:334-345 (1939).
-Stat M., Carter D., Hoegh-Guldberg O. The evolutionary history of Symbiodinium and scleractinian hosts-Symbiosis, diversity and the effect of climate change. P. Plant Ecol. Evol. Syst. 8:23-43 (2006).

 

Mis anémonas y otros animales

Anémonas, en Nigrán (Pontevedra)…luego contamos más cosas sobre ellas.

Las anémonas son animales que viven sobre las rocas de la zona intermareal.

Protagonizan el blog de hoy porque tienen algas endosimbiontes
y porque son vecinas muy fotogénicas que visito en el verano.

Las anémonas son cnidarios y para darnos cuenta de la biodiversidad que esconde esta «palabreja» hay que aclarar que los cnidarios son un phylum.

¿Y qué es un phylum pues el «escalón» taxonómico superior al nivel de clase, como los mamíferos.

Los cnidarios agrupan 8 clases distintas de animales…y entre ellos, además de anémonas, encontramos otros seres tan «famosos» como los corales y las medusas…

La medusa Aequorea victoria (fuente: Wikipedia).
De ella se aisló la primera GFP en 1962.

Las medusas han «revolucionado» la investigación en biociencia tras el descubrimiento en los años 60′ de las GFP (proteinas verdes fluorescentes). Las propiedades fluorescentes de estas proteínas permiten seguir el desarrollo celular, por ejemplo en el caso de neuronas, tumores, y un largo etc por explorar para el avance de la medicina. Es por algo que en 2008 recibieron el Nobel de Química el japonés O. Shimomura y los estadounidenses M. Chalfie y R.Y. Tsien por sus trabajos pioneros con las GFP

http://brainwindows.wordpress.com/category/gfp/

Cuando leemos alguna noticia tan curiosa como la de un ratón, un mono ó un gato fluorescentes (hablamos siempre de investigación en ciencias de la salud)…pues los han obtenido gracias a las GFP, cuyo uso se ha extendido en la última década, y no son tóxicas…

Pero aparte de la ciencia, las GFP han tenido aplicaciones más «ociosas», como las de crear peces fluorescentes, en las que «cebritas» (también guppys, barbos, etc) son convertidas en «luciérnagas» (Glofish® http://www.glofish.com/) para capricho de quien sea partidario de meterlas en su acuario…
Yo me sigo quedando con mis lindos guppys «no-bioluminiscentes».

¿A qué viene tanto hablar de medusas y ratones fluorescentes en un blog de algas…?
Ahora lo cuento, pero volvamos a las anémonas…siento poner tanto tentáculo pero es que me encantan las «ortiguillas»…

Anemonia sulcata variedad smaragdina (arriba) y rustica (debajo).
En el intermareal de Monte Lourido y Monte Ferro (Nigrán, Pontevedra).

…Las anémonas tienen también  GFP’s y otras proteínas no fluorescentes relacionadas todas ellas con la descubierta en Aequorea victoria.

El color verde de la anémona (Anemonia sulcata var. smaragdina) en la imagen superior se debe a GFP’s
y sus extremos púrpuras poseen otras proteínas «no fluorescentes», derivadas de las GFP’s.

La taxonomía de estas anémonas es controvertida, pero las diferencias entre formas con distintos colores no justifican crear nuevas especies…Y ahora sí llegamos a las algas, porque en las anémonas viven algas endosimbiontes…se llaman «zooxantelas» y son dinoflagelados.

Se trata de parientes cercanos de los dinoflagelados que viven en los corales, del género SymbiodiniumPor curiosidad: a diferencia de las anémonas, las actinias no tienen zooxantelas. Y con este «tomate de mar» termino la primera entrada de una «trilogía» en honor a Gerald Durrell.
Actinia fragacea (Playa de AreaFofa, Nigrán). Antes conocida
como la variedad «fresa» de Actinia equina

 

Referencias:
Leutenegger, A et al. Analysis of fluorescent and non-fluorescent sea anemones from the Mediterranean Sea during a bleaching event. J. Exp. Mar. Biol. Ecol. 253: 221-234 (2007).
-Shimomura O. et al. Extraction, purification and properties of aequorin, a bioluminescent protein from the luminous hydromedusan, Aequorea. J. Cell. Comp. Physiol. 59: 223-29 (1962).
-The GFP site http://gfp.conncoll.edu/GFP-1.htm