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Natación sincronizada

Imagen de portada: Equipo de natación sincronizada [Autor: R. Rickman. Fuente: urbanfragment]

Gira el haz de luz para que se vea desde alta mar.

Yo buscaba el rumbo de regreso sin quererlo encontrar.

12 segundos de oscuridad (Jorge Drexler, 2006).

La luz es fuente de energía y también de información gracias al sentido de la vista. Y en nuestro caso también la necesitamos para cuestiones vitales como la síntesis de vitamina D.

En la mayoría de animales, ya tengan ojos parecidos a los nuestros u otra clase de fotoreceptores, la luz juega un papel clave en la vida. El crecimiento y desarrollo de las plantas dependen de ella así que también tienen «ojos» en forma de proteínas fotoreceptoras para el rojo/rojo lejano (fitocromos), azul/ultravioleta-A (criptocromos, fototropinas, etc.), y ultravioleta-B.

Gracias a las señales luminosas que captan esas proteínas la planta germina, se adapta al medio, crece y se reproduce. Y en el mar…¿qué pasa con las microalgas? pues ya imaginaréis que además de hacer fotosíntesis –igual que sus hermanas terrestres-, también usan la luz para otros asuntos como ajustar los ritmos diarios (circadianos), ciclos estacionales y detectar un exceso de luz visible y ultravioleta para prevenir daños.

Manchas oculares y oceloides en el fitoplancton. A) Chlamydomonas. B) Euglena. C) Kryptoperidinium. D) Warnowia. E) Nematodinium. F) Erythropsidinium. Fuente: Colley & Nilsson (2016).

Algunas microalgas tienen manchas oculares con proteínas fotoreceptoras y carotenoides, como Euglena. De hecho se conocen al menos 9 clases de algas con este tipo de orgánulos, entre los que destacan los oceloides del dinoflagelado Erythropsidinium del cual hablamos en «La insólita criatura del señor Hertwig». Erythropsidinium pertenece a una familia (Warnowiaceae) caracterizada por poseer «ojos microscópicos» elaborados.

Las funciones básicas de dichas estructuras en el fitoplancton son detectar luz ambiental y fototaxis (movimiento orientado según la luz). Además de manchas oculares y oceloides, los cloroplastos también pueden cumplir funciones parecidas, como en Chlamydomonas.

Los fotoreceptores están cerca de los flagelos para facilitar la transmisión de la información en modo de señales eléctricas o químicas que induzcan movimiento. Las microalgas no tienen cerebro ¡todo es acción-reacción!

Las especies sin manchas oculares también detectan cambios en la luz gracias a pigmentos fotosensores aunque no se conoce bien su localización en la célula. Ejemplos de ello son el dinoflagelado Prorocentrum donghaiense, diatomeas como Pseudo-nitzschia granii, y la haptofícea Phaeocystis globosa. Quédense con Pseudo-nitzschia porque pronto hablaremos de ella…

Pseudo-nitzschia spp. Autor: S. Busch. Fuente: Wasmund y col. (2018).

Hasta ahora hemos tratado de luz ambiental, fototaxis y flagelos. Pero en el caso de grupos como las diatomeas (sin flagelos en células vegetativas) su movilidad es limitada respecto a los organismos flagelados. Se mueven deslizándose sobre superficies, modificando la longitud de sus cadenas (solapando más o menos a los individuos que las integran) y regulando su flotabilidad en función de luz y nutrientes.

Pero un trabajo reciente ha descubierto que algunas diatomeas poseen una sorprendente habilidad: se comunican mediante la luz para coordinar su orientación y movimiento. ¡Un comportamiento social!

Font-Muñoz y col. (2021) estudiaron el movimiento de los cloroplastos y de las células de Pseudo-nitzschia delicatissima en condiciones de luz y oscuridad y descubrieron que estas oscilaban de forma distinta al sedimentar. Y que oscilaban sincronizadas.

La sincronización se debe a la luz roja emitida por la autofluorescencia de la clorofila. Es decir, la fluorescencia natural que emiten las células vivas.

Las diatomeas oscilan rítmicamente y este comportamiento produce señales intermitentes. Es decir, cada célula actúa como un faro que envía un código lumínico a las demás. Un faro rojo de clorofila en este caso.

Los pulsos individuales se sincronizaban rápidamente (a escalas de un minuto), y permitían identificar una señal característica en la población. Esos pulsos de luz dependen de la frecuencia de oscilación que cambia según la orientación en la que sedimenta la célula.

Y esa orientación es más horizontal o vertical en función del centro de masas que se desplaza según la posición de los cloroplastos. Cada Pseudo-nitzschia tiene dos y se juntan más o menos según la luz, tal que así:

Desplazamiento de cloroplastos en Pseudo-nitzschia delicatissima en A) oscuridad y B) luz, responsables del cambio en la orientación vertical de las células y de la señal fluorescente resultante.

La señal de fluorescencia es modulada por la cubierta de sílice de las células y esta a su vez se relaciona con la frecuencia de oscilación de los individuos. Eso sí, siempre que exista poca agitación en el agua porque si no las diatomeas no pueden seguir la natación sincronizada.

El color azul penetra más en el agua, pero la luz roja se transmite mejor a través de las diatomeas y pueden detectar esas señales ya que poseen fotoreceptores en el rojo (fitocromos), a diferencia de otros grupos del fitoplancton.

Para demostrar que la luz desencadenaba la sincronización, Font-Muñoz y col. expusieron un grupo de células a pulsos de luz roja imitando la señal emitida por otros individuos. Y…¡tachán! tras una breve transición, las diatomeas comenzaron a oscilar al son de dicha señal luminosa.

¿Qué función puede tener esta comunicación?

En diatomeas expuestas a distintas calidades de luz se ha observado que la luz roja puede alterar sus tasas de sedimentación y estimular la reproducción sexual, como en el caso de la diatomea azul pennada Haslea ostrearia.

Fluorescencia roja de la clorofila en células vivas de Pseudo-nitzschia australis (630 aumentos). Autor: F. Rodríguez

La demostración de que existe una comunicación luminosa entre individuos podría cumplir una función adaptativa, como aumentar la irradiancia que reciben y la absorción de nutrientes. Y la oscilación de las células provoca que su patrón de sedimentación sea irregular facilitando que se encuentren entre sí, algo imprescindible para la reproducción sexual.

Así pues, la natación sincronizada de Pseudo-nitzschia delicatissima podría ser un modo eficaz –tanto para esta especie como para otras diatomeas pennadas-, de modificar y extender un comportamiento beneficioso a toda la población para aprovechar mejor las condiciones ambientales en cada momento.

Referencias:

  • Colley N.J. y Nilsson D.-E. Photoreception in Phytoplankton. Integrative and Comparative Biology, 56 (5): 764–775. (2016).
  • Font-Muñoz J.S. y col. Pelagic diatoms communicate through synchronized beacon natural fluorescence signaling. Sci. Adv. 7, eabj5230. (2021).
  • Mawphlang O.I.L. y Kharshiing E.V. Photoreceptor mediated plant growth responses: implications for photoreceptor engineering toward improved performance in crops. Front. Plant Sci. 8:1181. (2017).
  • Mouget R. y col. Light is a key factor in triggering sexual reproduction in the pennate diatom Haslea ostrearia. FEMS Microbiol. Ecol. 69:194–201. (2009).
  • Wasmund N. y col. Biological assessment of the Baltic Sea 2017. Marine Science Reports No 108. (2018).

Armadas y peligrosas

No cualquiera se me acerca, yo lo sé
Dicen que hay que tener agallas pa’ comerme
Que hay tener el cuerpo para aguantarme

Mafiosa (Nathy Peluso, 2021)

La contaminación del aire, tanto por la actividad humana como causas naturales, es un riesgo para la salud. Siempre culpamos a las emisiones de vehículos o industrias pero también son dañinas las cenizas y gases lanzados a la atmósfera en una erupción volcánica, o las partículas en la calima del desierto.

El presidente del Colegio de Médicos de Las Palmas comentó lo siguiente sobre el riesgo de inhalar ceniza volcánica durante la reciente erupción del Cumbre Vieja:

«…es material inorgánico, son minerales. Son como piedrecitas microscópicas que tienen aristas, agujas. Son mucho más agresivas [que las cenizas de un incendio forestal]. Esas partículas finas pueden ser aspiradas profundamente hasta los pulmones y generar una afección respiratoria que puede llegar a ser grave tanto en pacientes con patologías crónicas como en personas sanas con exposiciones prolongadas.”

Pedro Cabrera [El Diario (22-IX-2021)]
Imagen (SEM) de las partículas de cenizas expulsadas el primer día de la erupción del Cumbre Vieja. Fuente: IGME-CSIC.

Pues bien. Una situación parecida puede ocurrir también en el mar, aunque en este caso la sufren los peces y por otra clase de «agujas» de origen biológico: las diatomeas.

Las proliferaciones de microalgas pueden ser nocivas aunque no produzcan toxinas. A priori nadie pensaría que una célula en el mar pueda suponer una amenaza o un riesgo físico para un pez, un ave o un mamífero. Pero todo es cuestión de dosis y en el caso de las especies tóxicas sabemos que sus toxinas pueden acumularse en la cadena trófica. Y a partir de cierto umbral envenenar a los organismos en los niveles superiores del ecosistema.

Las proliferaciones de fitoplancton pueden también ser dañinas por el consumo de oxígeno al descomponerse la materia orgánica en el declive de sus poblaciones. Pero existe otro supuesto del que no hemos hablado en este blog: las proliferaciones abrasivas.

Algunas microalgas pueden ser perjudiciales porque actúan como «lijas microscópicas». En concreto diversas especies de diatomeas pueden dañar tejidos como las agallas o branquias de peces e invertebrados.

Chaetoceros coarctatus. Fuente: Roberts y col. (2019).

Un ejemplo de diatomea abrasiva es Chaetoceros coarctatus. Este género de diatomeas es muy común y abundante en las costas de todo el planeta. Uno de los más diversos, con más de 400 especies. Los Chaetoceros poseen espinas huecas (setae) que permiten aumentar la superficie y flotabilidad. Y suelen formar cadenas que en conjunto parecen ciempiés microscópicos.

El problema de especies como Chaetoceros coarctatus es que tienen setae «armadas», con prolongaciones silíceas responsables de que sus proliferaciones sean abrasivas y un riesgo para la fauna marina.

Las espinas (o setae) pueden tener cloroplastos y en función de ello pertenecen a dos subgéneros: Hyalochaete («hialo» significa cristalino; espinas finas sin cloroplastos) y Phaeoceros (espinas gruesas con cloroplastos; «phaeo» es marrón oscuro, pigmentado).

Chaetoceros coarctatus es un Phaeoceros. Sus espinas, además de armadas, incluyen cloroplastos y aparte de «flotadores» sirven de antenas captadoras de luz para la fotosíntesis.

En un microscopio óptico no podemos distinguir en detalle la superficie de las espinas, para eso hace falta el electrónico. Y en un trabajo reciente las han descrito y relacionado estructura y función.

Para empezar la mayoría de espinas en C. coarctatus no tienen sección redonda sino que son hexagonales, con numerosos y profundos nanoagujeros. Su superficie es lisa en la base, justo donde emergen de la célula. Pero a medida que avanzan hacia la punta surgen prolongaciones que parecen puñales y que recuerdan al tallo espinoso de muchas plantas.

Detalles estructurales de las espinas (setae) intercalares, las más abundantes en Chaetoceros coarctatus. Fuente: Owari y col. (2022).

En el interior de las espinas los nanoagujeros se distribuyen ordenados en malla y favorecen la entrada de luz a las espinas. Esa distribución se desordena hacia la punta y en el exterior de las espinas porque hay poros que se van cerrando. La porosidad aumenta la resistencia protegiendo mecánicamente a las células. Pero aún hay más…

La forma y distribución de los nanoagujeros favorecen especialmente la penetración de luz azul (entre 400-500 nm) en el óptimo de longitudes de onda para la absorción de pigmentos fotosintéticos (clorofilas y carotenoides) de los cloroplastos que se apretujan dentro de las espinas.

La forma y resistencia de las células permiten que al meter una cadena de C. coarctatus en un canal estrecho con un fluido (como si entrase en una branquia), se alinee paralela al movimiento del fluido, orientándose en su interior.

Esto le permitiría salir, pero en el caso de aumentar la concentración celular sus largas espinas armadas terminan tarde o temprano por engancharse a los tejidos y dañarlos.

Esta diatomea es como un accidente en la carretera! no puedo dejar de mirarla. Aquí van más imágenes. Y luego el accidente...

Chaetoceros coarctatus. Fuente: Lee y Lee (2011).

En verano y otono de 2013 se produjo una ola de calor en el sur de Australia.

Coincidiendo con este episodio, los medios de comunicación se hicieron eco de la muerte de miles de peces a lo largo de 2900 kilómetros de costa. Se estima que aparecieron varados entre 100-2000 individuos por km. Echad cuentas…

Los peces ballesta (Thamnaconus degeni) fueron los más afectados por las mortalidades en 2013. Aquí aparecen arrojados a la orilla en Port Noarlunga (A) y nadando en abril 2013 en la costa de Adelaida (B). Fuente: Roberts y col. (2019).

También hubo muertes de delfines asociadas con un virus; y de orejas de mar -aunque estas se relacionaron con las altas temperaturas en el mar- (27-30 ºC).

Lo de los peces fue distinto…

La mayoría de ejemplares que llegaron al laboratorio estaban en mal estado y no se pudieron examinar como es debido.

Pero el análisis de 8 peces moribundos o recién finados señaló graves lesiones en sus agallas, con septicemia e hiperplasia en los tejidos.

En las muestras de agua no encontraron apenas especies tóxicas o nocivas de fitoplancton con la excepción de… Chaetoceros coarctatus.

Durante uno de los picos de mortalidad, registraron abundancias entre 200-2000 células/litro de C. coarctatus. No parecen muchas pero esta diatomea abrasiva puede ocasionar efectos subletales con apenas 400 células/litro.

Los daños en las branquias y el estrés que provocan pueden desembocar en infecciones bacterianas y síntomas como los que observaron en aquellos peces.

En resumen, Roberts y col. consideran que el estrés por la ola de calor, unido a la proliferación de Chaetoceros coarctatus, desembocaron en las lesiones e infecciones de las agallas y las mortalidades masivas.

Son pocos individuos para lo que allí sucedió, pero no siempre es viable conseguir muestras cuando uno más las necesita.

Como siempre en ciencia, otros episodios en el futuro servirán para confirmar, discutir o ampliar las conclusiones, aunque Chaetoceros coarctatus estará siempre bajo sospecha ¡eso seguro!

Referencias:

  • Lee S.D. y Lee J.H. Morphology and taxonomy of the planktonic diatom Chaetoceros species (Bacillariophyceae) with special intercalary setae in Korean coastal waters. Algae 26(2):153-165 (2011).
  • Owari Y. y col. Ultrastructure of setae of a planktonic diatom, Chaetoceros coarctatus. Sci. Rep. 12: 7568 (2022).
  • Roberts S.D. y col. Marine Heatwave, Harmful Algae Blooms and an Extensive Fish Kill Event During 2013 in South Australia. Front. Mar. Sci. 6:610 (2019).

Las diatomeas surferas

Imagen de portada: Playa América (Pontevedra). Autor: F. Rodríguez

¡Hola a todas y todos! para empezar querría anunciaros que esta será la última entrada durante un tiempo. No dejo el blog, es una pausa indefinida. Mientras, solo escribiré nuevos posts en ocasiones especiales.

El logo de Fitopasión (Autora: Blanca Álvarez, IEO Vigo).

Han sido diez años con entradas cada 2-3 semanas hasta un total de 249. Un montón de historias y muchas más por contar. Pero ha llegado el momento de parar un poco…

La experiencia ha sido muy positiva. Después de tanto tiempo todo lo que rodea al blog forma parte «de la familia».

Espero que para vosotras y vosotros también. Que os haya sembrado la espinita de la curiosidad y dejado algún recuerdo especial. Y si no, siempre podéis volver a redescubrir el blog porque aquí seguirá.

Las visitas han crecido cada año con reseñas en diversos medios de comunicación. Los países con más visitantes son -por este orden- España, Ecuador, México, Argentina y Chile (85% entre 2016-2021). Y entre 2020-2021 el blog recibió más de 410.000 visitas.

Muchas gracias a todas y todos por seguirlo durante estos años.

He aprendido mucho escribiéndolo y vuestros comentarios me han animado a dedicarle tiempo a todas las entradas (las peino mucho siempre antes de dejar que salgan a la calle).

Continuaré divulgando en mi cuenta de twitter (@Lilestak) al ritmo que pueda y que me apetezca. En ella publicaré minihilos de texto, imágenes y vídeos sobre fitoplancton con el hashtag #Fitopasión. Os animo a seguirme allí.

Y después de esta despedida temporal vamos con la entrada de hoy.

Hablaré de divulgación y ciencia ciudadana con el ejemplo de Attheya armata: diatomea surfera y vieja conocida de este blog.

Una de las señas de identidad de Fitopasión son las referencias bibliográficas. Lo mínimo en cualquier texto fiable de divulgación es incluir las fuentes originales para I) hacer justicia a los autores, II) que cualquiera contraste lo que dices y III) demostrar que no te inventas lo que escribes.

Que un artículo científico cite fuentes de internet es cada vez más común. Y en el caso de Fitopasión estoy orgulloso de contar con una entrada en las referencias de Odebrecht y col. (2014) & Carballeira y col. (2018), en concreto la tercera que publiqué allá por 2011: Attheya: el alga que toma el sol en la playa.

Extracto de las referencias de Odebrecht y col. (2014).

Aquel post otoñal de Fitopasión fue la primera cita de diatomeas en zonas de rompiente en la Península Ibérica (2ª cita para España después de Canarias: Ojeda y O’Shanahan, 2005).

¿Alucinante, verdad? ¡ni yo mismo lo sabía! y ello da buena idea de las investigaciones pendientes y sorpresas que nos reserva el mar a la vuelta de la esquina. También de la importancia de la ciencia ciudadana

Cualquiera con un móvil a mano y curiosidad sobre la naturaleza puede enviar sus observaciones a aplicaciones y webs que fomentan la participación de la sociedad en proyectos de investigación. Tu observación puede ser novedosa e interesante para la comunidad científica, no lo dudes.

Ejemplo de ello son las webs de proyectos sobre biodiversidad marina como DIVERSIMAR (CN-IEO, CSIC) basuras marinas (CLEANATLANTIC o Marine LitterWatch de la Agencia Europea de Medioambiente) o mareas rojas PHENOMER (Ifremer) en Bretaña (Francia).

El caso que más nos atañe en este blog es PHENOMER. Su líder, Raffaele Siano (investigador de Ifremer), publicó en 2020 un artículo resumiendo la actividad entre 2013-15.

Fíjense. En esos 3 años muestrearon 74 avisos de mareas rojas en Bretaña (y de ellos 45 pasaron inadvertidos para la red de control de fitoplancton nocivo).

Las notificaciones ciudadanas contribuyeron a estudiar la extensión geográfica y duración de blooms de Noctiluca scintillans y Lepidodinium chlorophorum.

Además, un episodio de mortalidad en bivalvos coincidió con una marea marrón dominada por rafidofíceas (Heterosigma akashiwo y Pseudochattonella verruculosa), las cuales suponen un nuevo riesgo en la región.

Tal es el valor que puede aportar la ciencia ciudadana si proporcionamos los medios necesarios desde los centros de investigación.

En Galicia no tenemos un proyecto sobre mareas rojas como PHENOMER.

Pero sería muy interesante una iniciativa similar ya que son episodios comunes con impacto socioeconómico y medioambiental tanto positivo (por la biomasa para niveles tróficos superiores o la bioluminiscencia que producen algunas), como negativo (por las posibles toxinas, efectos nocivos y riesgos para la salud pública).

A, B, C) Proliferaciones de Noctiluca scintillans. D, E, F) Lepidodinium chlorophorum. Autor: Siano y col. (2020). Fuente: ScienceDirect.

En la entrada de hoy comentaré un tipo de proliferaciones diferentes a las mareas rojas porque solo tiñen la arena y la espuma de las olas: las diatomeas surferas.

En Fitopasión hemos hablado sobre proliferaciones y mareas rojas de todos los colores. Estas suelen suceder entre primavera y otoño en la columna de agua (o si son especies bentónicas sobre macroalgas y sedimentos). Pero el caso de las diatomeas surferas es diferente.

Sus blooms no parecen seguir un patrón estacional y se observan durante todo el año. Necesitan que el oleaje produzca suficiente espuma para adherirse y desplazarse con ella tiñendo la arena y las olas de color marrón. Por esa razón otoño e invierno son épocas favorables para su crecimiento.

Nos centraremos en una especie surfera que conozco por experiencia directa: Attheya armata.

El trabajo de Odebrecht y col. (2014) se titulaba «Surf zone diatoms: A review of the drivers, patterns and role in sandy beaches food chains». En él describían la distribución geográfica de estas diatomeas, y en Europa citaban su presencia en medio marino en Francia (Bahía de Audierne, en Bretaña) y España (Galicia (Fitopasión) y Canarias (Ojeda y O’Shanahan, 2005)).

Carballeira y col. (2018), además de una revisión sobre Attheya armata, incluyeron muestreos en Galicia con el título tan atractivo de: Attheya armata along the European Atlantic coast – The turn of the screw on the causes of “surf diatom”.

La mayoría de registros de diatomeas surferas (incluyendo géneros como Anaulus, Asterionellopsis, Aulacodiscus, Odontella, etc.) se localizan en el hemisferio sur (América, África y Oceanía). Carballeira y col. incluyen un listado exhaustivo de la distribución europea de Attheya armata destacando que es una especie autóctona descrita en Inglaterra en 1860 y con amplia distribución (Reino Unido, Francia, Países Bajos, Bélgica y España).

Dado que habitan en una franja estrecha (la zona de rompiente) las células de Attheya no suelen aparecer en el monitoreo de fitoplancton costero que usa muestras de la columna de agua. Por ello los registros de A. armata son a menudo aislados, discontinuos y aparecen nuevas observaciones en zonas ya estudiadas para el plancton marino.

No obstante, en la bahía bretona de Audierne sí sabemos que su presencia es semicontínua a lo largo del año y en este caso hay registros históricos que apuntan a una expansión reciente en el sur de Francia.

Lo de diatomeas surferas no es solo para llamar vuestra atención sino que como véis en inglés se les conoce como «surf zone diatoms«. En el diccionario Oxford el sustantivo «surf» quiere decir «oleaje, olas, espuma». Así que técnicamente son las diatomeas de las olas, de la espuma. Y de ahí a decir que surfean no es inventarse nada…

En realidad combinan lo de surfear con un modo de vida epipsámico. Esta palabreja quiere decir «que crecen adheridas sobre los granos de arena o en la playa«. Las diatomeas epipsámicas como Attheya armata o Anaulus suben a la superficie de la arena al inicio del día y desaparecen antes de anochecer. El mucílago que producen y su aspecto les permite adherirse a las partículas de arena y burbujas, flotando así en el agua con la espuma de las olas.

Sus proliferaciones no se deben a contaminación de origen humano. No es necesaria la influencia antropogénica (exceso de nutrientes) para estimular su crecimiento. Las playas donde surgen suelen estar expuestas al oleaje para que se forme suficiente espuma, con una pendiente suave y amplia zona de rompiente. A menudo, no siempre, hay influencia de agua dulce o acuíferos costeros.

El pasado 29 de diciembre, paseando por el arenal de Panxón (zona este de playa América) volví a observar manchas de Attheya armata en la superficie de la arena. Aquí tenéis varias fotos…

Mancha de Attheya armata en Panxón (playa América, Pontevedra), 29-XII-2021. Autor: F. Rodríguez
Mancha de Attheya armata en Panxón (playa América, Pontevedra), 29-XII-2021. Autor: F. Rodríguez
Mancha de Attheya armata en Panxón (playa América, Pontevedra), 29-XII-2021. Autor: F. Rodríguez

Surgen todos los años pero no hay registros locales sistemáticos –ni trabajos en la zona– así que es imposible saber su estacionalidad, abundancia y variación interanual. Aquí tenéis a las responsables a diferentes aumentos bajo el microscopio. Las fotografié y grabé unos días después ya en cultivo en nuestro laboratorio del IEO de Vigo.

Agregados de Attheya armata aislada de Panxón, a 100 aumentos. Autor: F. Rodríguez

Como podéis comprobar sus células poseen prolongaciones que parecen espinas. Se denominan «setas» y son proyecciones de sus valvas que las unen para formar cadenas, mantener su flotabilidad y enredarse entre ellas para formar agregados que a simple vista parecen grumos. Son típicas de géneros similares como Chaetoceros.

Attheya armata aislada de Panxón, a 400 aumentos. Autor: F. Rodríguez

La información más completa sobre Attheya en Galicia está en Carballeira y col. (2018). En dicho trabajo indican que su presencia es efímera (días) en playas de la ría de Ares-Betanzos, sobre todo en otoño e invierno. También estudiaron su firma isotópica para contestar a la siguiente pregunta: ¿cuál es el origen de los nutrientes que usa para crecer? ¿marino o continental?

Respuesta: Attheya usa nutrientes de origen marino pero distintos a los del plancton en la columna de agua. Los valores promedio de A. armata para isótopos δ13C y δ15N fueron similares a otros de referencia para macroalgas y microalgas bentónicas, alejados del plancton marino. La conclusión fue que las poblaciones de Attheya explotan principalmente nutrientes en la interfase agua-sedimento de origen marino, no fuentes antropogénicas o aguas continentales filtradas en el subsuelo.

A diferencia de Galicia, donde pasan desapercibidas, el aspecto y extensión de proliferaciones de Attheya en Canarias ha llegado a preocupar a bañistas en playas de Gran Canaria. Por su color se han relacionado –allí y en otros lugares– con contaminación, vertidos fecales, etc.

La verdad es que forman grumos marrones sospechosos en la arena y espuma de las olas. Aquí tenéis un vídeo grabado a 250 aumentos para que veáis que pinta tienen.

El mensaje final es que estamos ante un fenómeno natural a pesar de ese aspecto un tanto dudoso. Y en el caso de Attheya armata no se trata siquiera de una especie invasora sino de una diatomea indígena de costas atlánticas europeas. Y con esto termino por hoy.

Me voy con un vídeo en la playa. Y una canción que habla de encontrar un Nuevo Mundo. ¡Os deseo lo mejor para el año que comienza!

Referencias:

  • Carballeira R. y col. Attheya armata along the European Atlantic coast – The turn of the screw on the causes of “surf diatom”. Est Coast Shelf Sci 204:114-129 (2018).
  • Odebrecht C. y col. Surf zone diatoms: A review of the drivers, patterns and role in sandy beaches food chains. Est Coast Shelf Sci 150:24-35 (2014).
  • Ojeda A. y O’Shanaghan L. Discoloraciones por acumulaciones de la diatomea bentónica epipsámica Attheya armatus (Centrales, Bacillariophyta) en playas de arena del S y SW de Gran Canaria (Canarias, España). Vieraea, 33:51-58.
  • Siano R. y col. Citizen participation in monitoring phytoplankton seawater discolorations. Mar Pol 117:103039 (2020).

Tiwanaku

Imagen de portada: ciudad de Tiwanaku (o Tiahuanaco). Fuente: lapaz.bo

El Titicaca es el lago navegable más elevado del mundo, un gigantesco oasis de origen glaciar a 3800 metros de altitud. El principal destino turístico de Bolivia, en la meseta del altiplano de los Andes, compartido con Perú.

Su presencia suaviza el clima de la región, aumentando la humedad y la productividad de la tierra. Una tierra ocupada y trabajada por diversas civilizaciones y culturas desde hace más de 4000 años.

(Isla flotante en el Titicaca. Fuente: El Confidencial)

La cultura precolombina que mejor lo simboliza fue la de Tiahuanaco (o Tiwanaku, en el valle del mismo nombre al sureste del Titicaca).

Tiwanaku floreció entre los siglos VI-XI y fue una de las civilizaciones más longevas e importantes de Sudamérica. Su dominio no era militar sino que ejerció su influencia gracias al comercio, la agricultura y su prestigio religioso.

Explotaban una agricultura intensiva sobre campos de cultivo en márgenes inundables y planicies (pampas) del lago. En concreto, expandieron dichos cultivos en la cuenca sureste del Titicaca: el lago menor, Wiñaymarka (o Huiñamarca), comunicado mediante un estrecho de <1km.

Mapa de la región del Titicaca. Fuente: Geocaching

Dicha agricultura, combinada con la producción de maíz en otras regiones y el pastoreo de camélidos (llamas y alpacas; domesticadas a partir de guanacos y vicuñas), permitieron un comercio a larga distancia durante 600 años.

Esta unidad política y religiosa se deshizo alrededor del 1100 y sobre las razones del declive de Tiwanaku sobrevuelan varias hipótesis, como un periodo de sequía prolongado en la región.

Después de Tiwanaku, la ocupación del lago continuó en manos de poblaciones autónomas que explotaron las zonas cultivables hasta la llegada del imperio Inca allá por 1450.

¿El final de Tiwanaku se debió al clima?

Los cambios climáticos siempre se incluyen entre las causas del auge y caída de civilizaciones antiguas, por su dependencia de la agricultura estable (el maíz en las culturas precolombinas) y el suministro de agua (por la necesidad de periodos húmedos y secos a lo largo del año).

Para estudiar las variaciones del clima tenemos el registro arqueológico, que nos ofrece datos de distintos tipos y que a su vez podemos enfrentar a los cambios socioculturales…en este caso en la región del Titicaca.

¿Y cómo estudiar oscilaciones climáticas en una zona con un lago inmenso? Pues podemos usar los fósiles del plancton, en concreto los que dejan las diatomeas y sus cubiertas de sílice durante miles de años en los sedimentos.

Las diatomeas son un componente abundante del fitoplancton con estilos de vida diversos y multitud de especies. Y sabiendo esto dos estudios recientes (Weide y col. 2017; Bruno y col. 2021) las emplearon para estimar variaciones de profundidad y salinidad en el Wiñaymarka.

Salar de Uyuni, la mayor reserva de litio del mundo. Fuente: LonelyPlanet

El Titicaca posee una superficie de 8562 km2 (medio lago Ontario, un poco menos…), de los cuales el Wiñaymarka ocupa 1470 km2.

Este último es el que más nos interesa por su relación con el valle de Tiwanaku.

Además, su menor tamaño -y estrecha conexión con el lago mayor- hacen que su nivel sea más sensible a las fluctuaciones del clima. Y sus diatomeas reflejarán mejor esos cambios…

Durante los períodos secos, en los últimos miles de años, la comunicación entre el lago mayor y el Wiñaymarka se ha visto limitada o incluso interrumpida.

Ello provoca que la evaporación baje el nivel de su cuenca y aumente la salinidad.

Llevado al extremo el lago podría evaporarse y dejar en su lugar un salar inmenso. Tal cosa no sucedió en el Titicaca pero si en un inmenso lago que existió también en el altiplano de Bolivia: el actual salar de Uyuni. Perfectamente visible en el siguiente mapa como una extensión blanca al sur del Titicaca.

Las variaciones climáticas y sus efectos sobre el nivel del Titicaca son un poderoso motor evolutivo para las diatomeas.

Como ejemplo se han relacionado distintos periodos climáticos -a lo largo de los últimos 400.000 años- con los cambios de tamaño en una especie endémica y dominante en la actualidad: Cyclostephanos andinus (Imagen: geog.ucl.ac.uk).

Para reconstruir los períodos climáticos (4.000 años) en el Wiñaymarka se obtuvieron muestras de sedimentos (hasta unos 40 m de profundidad) y se dividieron los fósiles de diatomeas en 5 grupos ecológicos:

1>planctónicas de agua dulce: viven en la columna de agua a salinidades bajas (Cyclostephanos andinus, Discostella stelligera y Fragilaria crotonensis).

2>planctónicas halotolerantes: pueden vivir en agua dulce o moderadamente salina (Cyclotella meneghiniana)

3>bentónicas: habitan en sustratos iluminados en aguas someras (p.ej. Nitzschia denticulata y Epithemia spp.)

4>epífitas: crecen adheridas sobre plantas (Cocconeis spp.)

5>salinas: necesitan salinidades superiores a 2g L-1 para sobrevivir (Chaetoceros sp., Fragilaria zelleri).

Todo esto que les acabo de contar es un ejemplo de como la (mal) llamada «ciencia básica» (en este caso taxonomía y ecología de diatomeas), puede contribuir a otro tipo de estudios, en este caso antropológicos.

Evolución de los 5 grupos principales de diatomeas a lo largo de los últimos 4000 años en el Lago Wyñaymarka. Autor: Bruno y col. (2021), modificado de Weide y col. (2017). Fuente: Researchgate

La aproximación es cualitativa pero permite recrear los cambios de nivel que sufrió el lago y relacionarlos con otros indicadores arqueológicos (plantas, animales y registro geológico).

En los periodos secos el Wiñaymarka tenía menos profundidad y dominaban diatomeas epífitas y bentónicas. Cuando se reducía y aislaba su cuenca de la principal, la salinidad aumentaba favoreciendo a las diatomeas salinas.

Al recuperarse el nivel del agua y aumentar la profundidad las especies halotolerantes ocupaban ese nicho de salinidades intermedias y aguas más profundas, desplazando el dominio de diatomeas bentónicas y epífitas.

Finalmente, si el nivel sube a valores como los actuales lo que predominan son especies de agua dulce.

Los resultados fueron muy reveladores y señalaron esos cambios. El Wiñaymarka osciló entre niveles bajos y salinidades moderadas desde el inicio de la serie histórica (4000 A.C.) hasta el año 700. Durante dichos siglos el clima no era estático, pero las diatomeas de agua dulce siempre eran minoritarias.

A partir de entonces aumentaron su presencia y esto sólo sucede si el Wiñaymarka crece al máximo y desborda por la única salida del Titicaca: el río Desaguadero.

Este primer aumento pareció frenarse alrededor del año 1120, justo al final de la civilización de Tiwanaku. Y dió paso a un nuevo incremento -150 años después- que lo dejó en niveles como los actuales.

Así pues, el Wiñaymarka alcanzó por vez primera dimensiones comparables a las presentes a mediados del período de Tiwanaku. Y en siglos anteriores siempre estuvo en niveles inferiores.

Las diatomeas nos dicen que la influencia de Tiwanaku se extendió a lo largo de climas secos (con sequías moderadas), y húmedos parecidos al actual. Y que su desaparición no coincidió con ninguna sequía catastrófica.

Esto apoyaría la hipótesis de cuestiones políticas y sociales (no tanto climáticas), como motivo principal de la desaparición de Tiwanaku.

Pero la sequía prolongada sí existió. Tanto diatomeas como marcadores geológicos sí coinciden en señalar una gran sequía después de Tiwanaku (alrededor del año 1200).

Pastora y rebaño de ovejas y llamas en el Titicaca. Fuente: alamy

La conclusión es que no se pudo establecer una relación directa entre las oscilaciones del lago y los cambios socioculturales de sus pobladores en el pasado.

La región ha sufrido variaciones climáticas contínuas y cada período arqueológico ha incluido condiciones secas y húmedas.

Pero lejos de expulsar a la población, las distintas culturas en el Titicaca se adaptaron a dichas variaciones manteniendo una ocupación y uso constante de su zona de influencia durante miles de años.

Las poblaciones indígenas actuales aplican su sabiduría de los ciclos de lluvia y el nivel del lago para gestionar los recursos naturales.

De este modo combinan y planean actividades ganaderas, pesqueras y agrícolas a lo largo del año (incluyendo la quinoa real, originaria del altiplano). Aplican un conocimiento milenario heredado de los antiguos pobladores de estas tierras…

Referencias:

  • Bruno M.C. y col. The Rise and Fall of Wiñaymarka: Rethinking Cultural and Environmental Interactions in the Southern Basin of Lake Titicaca. Human Ecol. 49(2): 131-145 (2021).
  • Spanbaeur T.L. y col. Punctuated changes in the morphology of an endemic diatom from Lake Titicaca. Paleobiol. 44(1):88-100. (2018).
  • TRÓPICO. Libro de Viaje – Lago Titicaca (entre cultura y naturaleza). TRÓPICO – Red Lagos Vivos de América Latina y el Caribe. Banco Interamericano de Desarrollo?. 207 pp. (2011).
  • Weide D.M. y col. A ~6000 yr diatom record of mid-to late Holocene fluctuations in the level of Lago Wiñaymarca, Lake Titicaca (Peru/Bolivia). Quat. Res. 88(2):179-192 (2017).

Las diatomeas de los ahogados

Imagen de portada: fotograma de «La playa de los ahogados» (2015). Fuente: lacabecita

-Parece que lo ayudaron a ahogarse.

-¿Y eso?

-Tiene las manos atadas.

La playa de los ahogados (Domingo Villar, 2011)

Hace un mes en «Territorio Negro» de Julia en la Onda entrevistaron a Ana García Rojo (responsable de entomología de la comisaría general de policía científica), acerca de la importancia de los insectos para resolver crímenes.

La gran Julia Otero. Aquí tienen el enlace a la entrevista con Ana García Rojo.

Pues bien. Además de insectos Ana citó también el uso de diatomeas en estudios forenses.

Fue una mención fugaz, pero tuvo el mismo efecto que los focos de un todoterreno cegando a un conejo (siendo yo el conejo, por supuesto).

Y esa luz cegadora llevó a esta entrada que por otra parte será más bien oscura…

Las diatomeas son marcadores forenses en sistemas acuáticos. Y podría citar dos motivos principales:

>>> 1) Se encuentran de manera generalizada y abundante según la época del año en medio marino, aguas continentales y muestras de suelo.

>>> 2) Son muy resistentes. Literalmente piedritas por sus cubiertas de sílice que soportan tratamientos ácidos y tan diversas que permiten la identificación de especies.

Muestra de la ría de Pontevedra (junio 2013) llena de diatomeas. Autor: F. Rodríguez

Su empleo en patología forense no es nuevo, se llevan utilizando desde inicios del s.XX.

¿Qué información esconden las diatomeas?

Pongámonos en situación. Se trata de establecer las causas y el lugar de fallecimiento de la víctima de un crimen…

…y sobre esto las diatomeas pueden ayudar a conocer si la víctima murió por ahogamiento (e incluso donde).

Encontrar a la víctima en el agua no es indicio suficiente para saber si se ahogó. Y aunque el cadáver se descubra fuera del agua, quizás se ahogó y luego lo trasladaron.

Si la persona estaba viva habrá inhalado agua antes de morir de modo que los pulmones se encharcan.

Diseminación de diatomeas en el cuerpo humano en función de que exista ahogamiento o muerte previa. Fuente: Pinterest (Sandi Weyl)

Y la ruptura de alvéolos pulmonares permite que el agua ingrese al torrente circulatorio, diatomeas incluidas.

Luego estas se dispersan por diferentes órganos (cerebro, corazón, riñones, hígado, etc) y médula ósea.

El tamaño máximo de las diatomeas que traspasan la barrera alvéolo-capilar es de unas 110 µm e incluso superior.

Esto abarca a una enorme diversidad de géneros y estudios sobre tejidos de cadáveres en agua dulce citan entre otros a Achnanthes, Amphora, Asterionella, Campylodiscus, Cocconeis, Cyclotella, Fragilaria, Melosira, Navicula, Nitzschia, Pinnularia, etc.

La detección de diatomeas en tejidos humanos suele realizarse en órganos y en la médula ósea del fémur, previo tratamiento (con ácido nítrico, proteinasa K, etc), para eliminar la materia orgánica.

Por el contrario, si la víctima estaba muerta y la metieron después en el agua, las diatomeas pueden entrar en los pulmones, pero no existirá transporte activo al resto de órganos y médula ósea.

Si la muerte es reciente, pueden haber signos externos de ahogamiento (piel pálida, espuma en boca y nariz). Pero transcurrido el tiempo esas evidencias desaparecen y el test de diatomeas puede ser muy valioso.

Asterionella formosa es una de las diatomeas descubiertas en víctimas de ahogamiento en un estudio en Finlandia (Auer, 1991). Fuente: nordicmicroalgae.

Aunque las diatomeas distan mucho de ser infalibles. Influyen muchos factores como su abundancia en el medio, el tiempo transcurrido hasta la muerte, el estado del cuerpo, etc. Su concentración se reduce varios órdenes de magnitud a medida que entran en los pulmones y se dispersan en los tejidos del cuerpo…

Aún así, el test de diatomeas podría confirmar 1 de cada 3 casos de ahogamiento.

Un análisis sobre 738 víctimas en Ontario (Canadá) concluyó que las diatomeas corroboraron un 28% de ahogamientos. Y los aciertos del test estuvieron asociados con su ciclo estacional: a mayor abundancia en el medio, mayor probabilidad de encontrar diatomeas en las víctimas. Lógico.

La playa de la novela es «A Madorra», en Nigrán. Fuente: casadellibro.

Curiosamente, el test de diatomeas también ha servido para confirmar algunas muertes por ahogamiento en cuartos de baño y piscinas…

Para confimar un positivo se consideran, según los autores, diferentes umbrales.

Como más de 20 frústulas de diatomeas por 100 μL de sedimento extraído en 2 gr de tejido (p.ej. corazón, cerebro, riñón, hígado y médula ósea) o 20-40 frústulas en 5 gr de médula ósea, etc.

Dichos valores pueden variar según el tejido analizado y no existe un criterio estándar para toda la comunidad forense.

La biología molecular (secuenciación de genes ribosomales y mitocondriales) también se ha incorporado recientemente a la identificación de plancton en estudios forenses.

En este caso, además de las diatomeas, la presencia de algas verdes y cianobacterias permite obtener resultados positivos (incluso en ocasiones donde han fallado las diatomeas).

Por otra parte, la diversidad y composición de diatomeas en tejidos humanos puede indicar el posible escenario del crimen al relacionar las muestras de agua o suelo con las de la víctima.

Lo mejor es ilustrarlo con casos reales donde las diatomeas jugaron un papel fundamental…

Y en Diatoms and homicide (Pollainen, 1998) tenemos ejemplos muy truculentos ya les aviso…

El reconocimiento automático de imágenes es otra técnica que podría incorporarse a estudios forenses. Modelo de identificación GoogleNet Inception-V3. Fuente: Zhou Y. y col. (2020).
  1. Un niño de 5 años en el fondo de un lago. La médula ósea del fémur reveló dos diatomeas características también presentes en muestras del lago junto al cadáver. Al final su padre confesó el asesinato.
  2. Los restos carbonizados de una adolescente en una maleta abandonada en un aparcamiento. Pues bien. Se encontraron diversas diatomeas en la médula ósea del fémur y seno maxilar revelando la muerte por ahogamiento.
  3. Un transexual de 38 años fallecido en una bañera llena de agua y jabón. En su médula ósea femoral descubrieron cuatro tipos de diatomeas iguales a las de la bañera. Tenía lesiones de estrangulamiento pero le ahogaron bajo el agua.
  4. El cadáver de una joven de 25 años en avanzado estado de descomposición en un bosque. Observaron diatomeas en la médula ósea femoral propias de suelo terrestre. La exploración en la zona donde apareció el cadáver descubrió diatomeas idénticas en charcas temporales del bosque. La habían apuñalado pero murió en una zanja con agua.

Pero las diatomeas no sólo se estudian en el cuerpo de las pobres víctimas. La ropa y el calzado pueden conservar células adheridas con las que relacionar a un sospechoso ¡con el escenario del crimen!

Agradecimientos: a Patricia Quintas (IEO Vigo) que me avisó de la entrevista en Julia en la Onda en cuanto escuchó lo de las diatomeas.

Referencias:

  • Auer A. Qualitative diatom analysis as a tool to diagnose drowning. Am J Forensic Med Pathol 12: 213-218 (1991).
  • Levkov Z. y col. The use of diatoms in forensic science: advantages and limitations of the diatom test in cases of drowning. En: Williams M. y col. (eds). The Archaeological and Forensic Applications of Microfossils: A Deeper Understanding of Human History. The Micropalaeontological Society, Special Publications. Geological Society, London, 261–277 (2017).
  • Pollainen M.S. Diatoms and homicide. Forensic Sci Int 91:29–34 (1998).
  • Verma K. Role of Diatoms in the World of Forensic Science. J Forensic Sci 4:2 (2013).
  • Zhou Y. y col. Research advances in forensic diatom testing. Forensic Sci Res 5:98-105 (2020).

Greta y Grethe

Imagen de portada: Thalassiosira mendiolana. Fuente: Fryxell & Hasle (1972).

Hoy en día muchas revistas incluyen en los papers los nombres completos de los autores. En Botanica Marina incluso fotos y una breve descripción. Igual me equivoco, pero creo que antes no era tan común. Por ejemplo en PubMed (motor de búsqueda de la NLM de artículos de biomedicina y ciencias de la vida) los nombres sólo aparecen desde 2002.

Esto es importante porque humanizan esas firmas y hacen visibles las aportaciones científicas de mujeres y hombres.

En el caso de los apellidos, a pesar de no existir obligación legal, en países como Reino Unido, Francia, EEUU o Australia, por tradición (=herencia de un sistema patriarcal) la mayoría de mujeres sustituyen su apellido de nacimiento, legal y/o socialmente, por el de su marido…

…o lo conservan como middle name…o unen ambos (con guión o compuesto). No sólo eso: si te divorcias y vuelves a casarte, nuevo dilema.

Por ejemplo, Lynn Petra Alexander publicó la teoría de la endosimbiosis celular como Lynn Sagan. ¿Les suena el apellido, verdad?

Lynn Margulis (1938-2011). Fuente: jaivikshastram

Dicho artículo, revolucionario y esencial en la biología evolutiva del s.XX, fue rechazado por unos 15 editores antes de su aceptación en una revista menor. Luego, durante el resto de su prolífica y prestigiosa carrera, firmó tal y como pasaría a la historia de la ciencia: Lynn Margulis.

Nuestras protagonistas de hoy también firmaban los trabajos con el apellido de sus maridos de toda la vida (y su apellido de nacimiento intercalado como middle name).

Grethe R. Hasle (Horten, Noruega: 1920-2013). Fuente: UIO.

Así, Hasle G.R. era la firma de Grethe Rytter Hasle. Y Fryxell G.A correspondía a Greta Albrecht Fryxell.

Ambas fueron figuras esenciales para el avance en el conocimiento de las diatomeas y de la ficología en general.

Sus contribuciones científicas les valieron numerosos reconocimientos y premios en vida.

Además, formaron a nuevas generaciones de investigadores que continuaron y expandieron su legado a otros campos de la investigación marina.

Sus vidas y carreras fueron paralelas. Grethe Hasle fue supervisora de Greta Fryxell en su estancia postdoctoral en la Universidad de Oslo.

De hecho, la primera publicación de Fryxell la firmó junto a Hasle en 1970…y también la última, en 2003, cuando tenían 77 y 83 años respectivamente. Y no fue cualquier cosa sino un capítulo titulado «Taxonomy of harmful diatoms» en una monografía de métodos de UNESCO.

Otro aspecto en el que coinciden es el de haber sido pioneras, no sólo por sus logros, sino porque consolidaron su carrera cuando apenas había científicas permanentes en sus instituciones, países…y mundo en general.

Greta A. Fryxell (Princeton, EEUU: 1926-2017). Fuente: Claremont-courrier

Hasle defendió su tesis doctoral en 1969, con 49 años, y en 1977 se convirtió en ¡la tercera profesora de la historia! en la Facultad de Matemáticas y Ciencias Naturales de la Univ. de Oslo.

Fryxell obtuvo su doctorado a la misma edad, en 1975, y se convirtió en una de las primeras profesoras en la Univ. Texas A&M.

Sobre la investigación de Grethe Hasle su obituario de 2013 cita lo siguiente:

Her general approach to research emphasized that in order to conserve biodiversity in nature, we need to know what is there, where and how much there is, and what environmental factors affect their occurrence.

Edvardsen y col. (2013)

Hasle publicó en 1965 un trabajo de investigación básica en el que describía dos formas de una misma especie, Nitzschia pungens forma multiseries y Nitzschia pungens forma pungens, en base a sutiles detalles morfológicos.

Nitzschia pungens f. multiseries. Fuente: Hasle (1974).

Nadie le prestó mucha atención a este trabajo de taxonomía tan refinado hasta que en 1987 se produjo una intoxicación de origen desconocido en Prince Edward (Canadá). Afectó a un centenar de personas tras consumir mejillones contaminados. Cuatro de ellas fallecieron.

La responsable era una diatomea productora de una nueva clase de toxinas (de tipo amnésico: ácido domoico). Las muestras de la proliferación tóxica se enviaron a David G. Mann y Grethe R. Hasle, quienes ratificaron que se trataba de Nitzschia pungens Grunow forma multiseries Hasle.

Recogiendo mejillones en la isla Prince Edward (Canadá). Fuente: saltwire.

Su hermana casi gemela (Nitzschia pungens f. pungens) no producía toxinas, y genéticamente era suficientemente distinta como para considerarla otra especie.

Así, en 1994 Hasle recuperó al género Pseudo-nitzschia, que por entonces era una sección dentro de Nitzschia, y en 1995 renombró ambas especies como Pseudo-nitzschia multiseries (responsable de la intoxicación en Canadá) y Pseudo-nitzschia pungens.

En total, Hasle describió y/o renombró 21 de las 53 especies hoy aceptadas en el género Pseudo-nitzschia (el único que incluye diatomeas tóxicas junto a contadísimas especies en Nitzschia y Amphora).

En cuanto a Fryxell, su investigación en oceanografía se centró también en las diatomeas de todo el mundo: ciclos de vida, patrones de abundancia y sucesión en el medio natural, especialmente los géneros Thalassiosira, Nitzschia y proliferaciones tóxicas de Pseudo-nitzschia al final de su carrera.

Imágenes de MEB de diatomeas. A) Asteromphalus hookeri, B) Corethron criophilum, C) Cimatosira lorenziana, D) Nitzschia bicapitata. Fuente: Fryxell (1983).

Linda K. Medlin (a quien conocemos de colaboraciones pasadas en el IEO), comenzó su carrera en el laboratorio de Fryxell abriendo camino en los 80′ para un nuevo campo: el estudio filogenético del fitoplancton. Y en el obituario que le dedicó en 2018 recuerda una frase de ella al respecto: ‘Are you sure you know what you’re doing?’.

Linda también recuerda la bienvenida de Fryxell a su laboratorio: [‘So glad that you have seen the light!’ (the light being to work on diatoms)], y su emoción por los descubrimientos con un nueva técnica, la microscopía electrónica.

Entre los testimonios de discípulos y colaboradores que recogió Medlin en 2018 me llamaron la atención estas palabras de Tracy A. Villareal:

Her struggles as one of the few women in the department were transformative to my understandings of how gender issues play out in academia.

Medlin L.K. (2018)

Debe ser agotador que te cuelguen la etiqueta de pionera y te lo recuerden a todas horas.

Fryxell y Hasle fueron eminencias mundiales en el estudio de las diatomeas; las suyas son historias exitosas, largas e inspiradoras. Referentes para su disciplina y las ciencias marinas en general.

Muchas otras mujeres no pudieron desarrollar sus carreras científicas ni alcanzar el merecido reconocimiento durante siglos.

Y es que la brecha histórica entre hombres y mujeres en diversos ámbitos de la ciencia sigue abierta (p.ej. igualdad de oportunidades para progresar en la carrera científica, reconocimiento y participación pública, sesgos de financiación, etc.).

La ciencia no es ajena a la realidad social en la que vivimos, forma parte de ella.

En España las mujeres suponen el 52% de la plantilla investigadora en la administración pública, pero la proporción superior de mujeres al inicio de la carrera científica se invierte sobremanera a medida que se avanza en ella.

De ahí la importancia de iniciativas como, entre otras, No More Matildas, Oceánicas y el Día Internacional de la Mujer y la Niña en Ciencia (11F). Y aunque hayamos avanzado en materia de igualdad en pocas décadas, voy a terminar con unos gráficos que me parecen muy reveladores...

Fuente: elaboración propia (ver referencias).

De todos los donuts yo destacaría la desigualdad en el premio de la sociedad ficológica americana (PSA, EEUU), un campo en el que destaca la presencia femenina. De hecho, Fryxell y Hasle (Greta y Grethe), recibieron dicho galardón en 1996 y 1999. Pero ya ven, ni así…

Referencias:

  • Award of Excellence Phycological Society of America. Enlace web.
  • Estudio sobre la situación de las jóvenes investigadoras en España. MICINN, Gobierno de España. Enlace web.
  • Fryxell G.A. New evolutionary patterns in diatoms. BioScience 33:92-98 (1983).
  • Fryxell G.A. & Hasle G.R. Thalassiosira eccentrica (Ehrenb.) Cleve, T. symmetrica sp. nov., and some related centric diatoms. J. Phycol. 8:297–317. (1972).
  • Fryxell G.A. & Hasle G.R. Taxonomy of harmful diatoms. En: Manual on Harmful Marine Microalgae (Ed. by G.M. Hallegraeff, D.M Anderson & A.D. Cembella), pp 465–509. UNESCO, Monographs on oceanographic methodology 11. (2003).
  • Hanic L.A. The 1987 PEI toxic mussel episode a personal perspective. 115 pp. (2014). Enlace web.
  • Hasle G.R. Validation of the names of some marine planktonic species of Nitzschia (Bacillariophyceae). Taxon 23: 425–428. (1974).
  • National Medal of Science (NSF). Enlace web.
  • Obituary – Greta A. Fryxell, Diatom Research. Medlin L.K. (2018). Enlace web.
  • Premios Princesa de Asturias. Enlace web.
  • Premio Ramón Margalef de Ecología. Enlace web.
  • Tribute to Professor Grethe Rytter Hasle, Diatom Research. Edvardsen B. y col. (2018). Enlace web.

Tierra de diatomeas

Imagen de portada: euroscientist.com

Las diatomeas son hormiguitas que trabajan en silencio desde hace 240 millones de años produciendo oxígeno, alimentando gran parte de la vida acuática y dejando un reguero de esqueletos de sílice en los sedimentos.

Tanto llevan sobre el planeta que muchos de esos sedimentos ya no están bajo el agua sino que forman parte del suelo que pisamos…ajá.

Órbita Laika, capítulo 5. En la imagen Eduardo Sáenz de Cabezón (izda.) y Ricardo Moure Ortega (dcha.). Fuente: RTVE.

Apuesto a que conocen «Órbita Laika», un programa (perdón ¡programón!) de divulgación en La 2 que emite este año su 6ª temporada.

Si no lo conocen ya están avisados, merece mucho la pena.

Pues bien. En el capítulo 5 (02-XI-2020), «Materiales alucinantes», mencionaron la diatomita y me lo apunté ipso facto para desarrollar en el blog.

¿Qué es la diatomita?

Pues una roca sedimentaria de sílice proveniente de fósiles (frústulas) de diatomeas.

Fuente: geologiaweb

El componente principal de la diatomita es ópalo-CT (cristobalitatridimita; SiO2 · nH2O), aunque suele incluir otros tipos de ópalo, cuarzo e impurezas diversas (incluyendo restos de materia orgánica de las diatomeas).

La sílice de las diatomeas es ópalo-A (amorfa), pero su inestabilidad hace que durante la diagénesis se transforme en ópalo-CT.

El ópalo les sonará porque es una piedra preciosa, pero las que se emplean en joyería son otras variedades…

La diatomita (o «tierra de diatomeas») tiene aspecto blancuzco, parecida a la tiza o coloreada según las impurezas que contenga. Es poco densa, conduce mal el calor, el sonido y la electricidad…

…pero sobre todo es muy porosa gracias a las frústulas de las diatomeas que literalmente están agujereadas. Se calcula que en 16 cc3 suele haber ¡entre 40-70 millones de diatomeas!

¿Dónde se encuentran los mayores depósitos?

Fuente: geology.

Según datos de 2017, los principales productores mundiales fueron EEUU, Chequia, Dinamarca y China.

Y luego vienen una serie de países con producciones intermedias: Argentina, Perú, Japón, México, etc.

Así pues, los depósitos de diatomita se encuentran en muchas partes del mundo y su formación data desde el Mioceno (23,5 m.a.) hasta el presente…

En España toda la diatomita procede de una sola región: Albacete.

Los fósiles en la diatomita corresponden a géneros actuales como Melosira, Nitzschia y Coscinodiscus -en el medio marino- o Stephanodiscus, Cymbella y Achnantes -en agua dulce-.

Las diatomeas son un grupo muy diverso pero en cambio son muy pocas especies las que aparecen en la diatomita.

Detalle de los poros en una diatomea del género Coscinodiscus. Autores: J. Méndez y F. Rodríguez (MEB del C.A.C.T.I., Universidade de Vigo).

¿Y por qué les hablo de la diatomita?

Porque en 1866 un químico sueco, Alfred Nobel, inventó la dinamita combinando nitroglicerina y diatomita.

Alfred Nobel (1833-1896). Fuente: legacy.

En aquellos tiempos manejar nitroglicerina era solo para valientes dada su inestabilidad y la facilidad con la que explotaba al menor descuido. Nobel ideó la forma de estabilizarla mezclándola con diatomita para formar una pasta moldeable y transportable con garantías.

La porosidad de la diatomita le confiere la propiedad de absorber líquidos como una esponja, pudiendo chupar hasta el 150% de su peso en agua. Así, un líquido tan peligroso como la nitroglicerina quedaba atrapado y listo para detonar mediante un sistema que también diseñó Nobel.

Diatomita vista al microscopio (Celite 535, comercializada por Sigma-Aldrich.
Fuente: microlabgallery.

Ahora vamos con la historia que le llevó a este invento.

Años antes Nobel había trabajado en un laboratorio privado en París.

Allí conoció a Ascanio Sobrero, otro químico italiano que había descubierto la nitroglicerina en 1847.

Nobel era hijo de un fabricante de armas. Cuando regresó en 1863 a su país tuvo la brillante idea de continuar trabajando con nitroglicerina como explosivo, en lo que debía de ser la investigación más temeraria de la época.

Tanto que durante los siguientes experimentos fallecieron varias personas, incluido su hermano Emil, y el gobierno sueco le prohibió continuar con aquel descalabro en Estocolmo.

Así que Nobel trasladó su laboratorio a una barcaza en el lago Mälaren para no comprometer más que a sus ocupantes y a algún pescadito que cruzase por el lugar y momento equivocados. La frase de «todo por la ciencia» parece hecha para Nobel.

Y en aquel laboratorio flotante combinó la nitroglicerina con el kieselguhr (diatomita en alemán) y patentó la dinamita. La demanda de su invento en construcción y armamento fue de tal calibre que le hizo multimillonario, instalando fábricas en más de 20 países.

La dinamita-extra de Alfred Nobel.
Fuente: nobelprize

El final de la historia es bien conocido.

A su muerte, en 1896, Nobel incluyó en su testamento el deseo de donar la mayor parte de su patrimonio para crear unos premios.

Se otorgarían a quienes contribuyeran al beneficio de la humanidad en los campos de la física, química, fisiología o medicina, literatura y paz.

Los premios Nobel se concedieron por primera vez en 1901 en Estocolmo, la ciudad en la que le habían prohibido realizar los arriesgados experimentos que cimentaron su fortuna.

¿Para qué usamos la diatomita hoy en día?

Fuente: blog.seccionamarilla

Pues todavía se usa para fines explosivos aunque sus principales aplicaciones están en el filtrado de bebidas (cerveza, vino), tratamientos de agua (para consumo humano, piscinas), relleno en plásticos, aislante térmico…

…y también como aditivo en cemento, cosméticos, arena para gatos, dentífricos (por su poder abrasivo), jardinería, insecticida, etc.

Eso sí, la diatomita destinada para su uso en personas, animales o plantas debe tener origen continental (agua dulce) ya que los depósitos marinos incluyen sales que impiden su empleo en dichos casos.

Referencias:

-Alfred Nobel’s life and work. NobelPrize.org. Nobel Media AB 2020. Tue. 24 Nov 2020.

-Cermeño P. Las diatomeas y los bosques invisibles del océano. Colección ¿Qué sabemos de? Catarata, CSIC. pp. 93. (2020).

-Diatomita y Trípoli 2016. IGME, Panorama minero 2017, pp. 9.

-Hernández Cañavate J. Kieselgur: métodos de ensayo y propiedades filtrantes. El kieselgur español y su activación. Anales de la Universidad de Murcia (Ciencias) XIII, nº2, pp. 111. (2010).

-Perfil de mercado de la diatomita. Dirección general de desarrollo minero, Secretaría de Economía (México). pp. 45 (2020).

-Fuentes web: spectralevolution ; alsum

Biodiversidad y biogeografía

Imagen de portada: Racing Extinction (BSO). Fuente: discogs.com

The problem that is presented by the phytoplankton is essentially how it is possible for a number of species to coexist in a relatively isotropic or unustructured environment all competing for the same sorts of materials.

Hutchinson (1961)

Una taza de café. El agua de mar que cabe en esa taza contiene una multitud de microorganismos: virus, procariotas y eucariotas INCLUIDOS. La cuestión es ¿por qué coexisten tantas especies y qué es lo que determina su abundancia y distribución en el océano?

Muestra de plancton en la Ría de Pontevedra (junio 2013). Autor: F. Rodríguez

La respuesta no es trivial ni universal pero sí fundamental para entender el funcionamiento, estado –y futuro– de los ecosistemas. De ello se ocupa la ecología.

La biodiversidad es algo que a todos nos suena y que transmite una idea positiva: riqueza natural. Según la RAE: «variedad de especies animales y vegetales en su medio ambiente«.

La biogeografía es otra historia. Rara vez traspasa la divulgación científica o artículos de investigación. En el lenguaje coloquial la traducimos como «distribución». Y para la RAE, biogeografía es: «parte de la biología que se ocupa de la distribución geográfica de animales y plantas«.

Bien. Ahora llevemos ambos conceptos al medio marino, en concreto a las microalgas. ¿Qué factores controlan su biodiversidad y biogeografía?

Cada especie tiene unos rangos de tolerancia y óptimos de crecimiento experimentales (luz, temperatura, nutrientes, salinidad, turbulencia, etc) asociados a un nicho ecológico que la teoría clásica usa para entender el batiburrillo de especies marinas.

El medio acuático es caótico, afectando a la disponibilidad de los recursos que mantienen a su vez en equilibrio inestable a las poblaciones y sus interacciones. Las especies poseen características únicas y prosperan mejor o peor según la presión ambiental, sin excluir a las demás.

Nadie duda de los nichos ecológicos (sobran evidencias) pero ¿de verdad explican la biodiversidad y la biogeografía del fitoplancton?

La idea de nicho ecológico es fácil de entender en el caso de un oso polar. Enseguida lo imaginamos en el hielo, cazando focas, amenazado por el cambio climático. Al mismo individuo durante años y años. Quítale el hielo y adiós.

Ursus maritims. Autor: C. Michel. Fuente: BBC Earth

Pero el fitoplancton se multiplica y dispersa en el medio marino a merced de las corrientes y de los depredadores, más como un superorganismo difuso que como individuos aislados. Esa es su fortaleza.

Porque el nicho ecológico de una microalga no es como el de un oso polar: es más flexible y sus poblaciones se adaptan siguiendo los cambios ambientales gracias a tiempos de generación de horas o días.

Sallie W. (Penny) Chisholm. Fuente: @TEDxTorino

Penny Chisholm compara las células de la cianobacteria Prochlorococcus con un smartphone al que puedes descargar las apps que necesites (genes) a partir de la nube (reserva genética de la población), acorde a tus preferencias (nicho ecológico). El smartphone de un oso polar no sería tan personalizable...

Por ello es difícil predecir la respuesta del fitoplancton al cambio climático.

Entran en juego muchos factores y las especies dominantes en la población consiguen adaptar sus nichos ecológicos a nuevas condiciones en pocos años, tal y como se ha observado p.ej. en una serie temporal de 15 años en el Caribe (Irwin y col. 2015).

Tenemos muchos datos (cada vez mejores) sobre la biodiversidad y biogeografía del plancton.

Resumen gráfico de gradientes latitudinales de diversidad en el plancton, factores que la generan y tendencias futuras. Fuente: Science Direct (Ibarbalz y col. 2019).

Estudios globales como Tara Oceans demuestran que la biodiversidad disminuye del ecuador a los polos, inversamente proporcional a la productividad de las aguas…aunque el calentamiento global podría aumentar la biodiversidad en latitudes altas y reducirla en zonas «demasiado» cálidas en las próximas décadas.

Sin embargo, no tenemos una teoría ÚNICA ni demasiadas pruebas para explicar el por qué de esos datos y no otros.

Podríamos considerar que la biogeografía sólo depende de la capacidad de dispersión de los individuos.

O que todas las especies están en todas partes pero que luego la presión ambiental (los nichos, vamos), selecciona las mejor adaptadas y de ahí la biodiversidad observada.

En 2001 Stephen P. Hubell publicó la teoría neutral unificada de biodiversidad y biogeografía. En ella consideraba que todas las especies –en un mismo nivel trófico como el fitoplancton-, compiten igual de bien por los recursos.

Los nichos ecológicos no jugarían ningún papel. Resulta divertido porque no niega que los nichos existan, sino que propone que un modelo sin ellos, más simple, puede aproximarse mejor a los datos reales.

En la teoría neutral, biodiversidad y biogeografía se explican por procesos estocásticos: el balance en las comunidades locales entre multiplicación/muerte de los individuos, extinciones/inmigración de nuevas especies, y a gran escala por la limitación en la dispersión de las especies, extinciones masivas, especiación, etc.

Funcionamiento de la teoría neutral en comunidades locales. Fuente: Science Direct (Rosindell y col. 2011).

La teoría neutral estaría en un extremo y la teoría clásica de nichos en el otro. En la primera los nichos no actúan y las especies (en cada nivel trófico) son igual de competitivas. En la segunda los nichos son la fuerza dominante y las especies poseen distinto «éxito».

Pero también puede haber situaciones intermedias ¿no? Puede que la presión de los nichos no sea invisible sino más o menos intensa y que las especies fluctúen en su grado de adecuación a las condiciones ambientales. La cuestión es qué explicación produce resultados que se ajusten mejor a la biodiversidad y biogeografía registradas.

En los últimos 20 años se ha agitado un intenso debate sobre la validez o no de la teoría neutral, a través de las distribuciones observadas de las especies. Si los nichos no son importantes lo que generaría y mantendría la biogeografía de las especies es la capacidad de dispersión.

Y algunos estudios han demostrado, en efecto, que predicciones de la teoría neutral como la limitación en la dispersión explicaría el grado de conexión (composición de especies y estructura genética) entre poblaciones locales de invertebrados y plancton, manteniendo así la biogeografía (Chust y col. 2016).

Pero en el caso de la biogeografía no es fácil separar los efectos de las limitaciones por dispersión (teoría neutral) y la presión ambiental (nichos ecológicos), dado que ambas varían continuamente según el lugar y el momento de las observaciones.

Similitudes entre comunidades de diatomeas en latitudes templadas (Pacífico: azul / Atlántico: verde) y polares (Antártico: naranja). En B) los símbolos blancos indican las diferencias medidas en períodos de 0,5 M. de años. (SO) es Southern Ocean (Antártico). Fuente: Science (Cermeño & Falkowski, 2009).

Para eliminar esas interferencias Cermeño y Falkowski (2009) analizaron registros fósiles de diatomeas en latitudes templadas del Atlántico y Pacífico y el Océano Antártico en los últimos 1,5 M. de años. Y sus resultados señalaron que la biogeografía de las especies no estaba condicionada por la dispersión.

Las comunidades de regiones templadas y polares mostraban pocas especies comunes, marcando diferencias biogeográficas claras.

En cambio, las comunidades templadas del Atlántico y el Pacífico eran muy similares entre sí, reflejando que en este caso sí serían las presiones ambientales (nichos ecológicos) y no la distancia lo que determina la biogeografía de las especies de diatomeas.

Referencias:

  • Adler P.B. y col. A niche for neutrality. Ecol. Lett. 10:95–10 (2007).
  • Chust G. y col. Dispersal similarly shapes both population genetics and community patterns in the marine realm. Sci. Rep. 6:28730 (2016).
  • Cermeño P. & Falkowski P. Controls on Diatom Biogeography in the Ocean. Science 325:1539-1541 (2009).
  • Hastings R.A. y col. Climate Change Drives Poleward Increases and Equatorward Declines in Marine Species. Curr. Biol. 30:1572-1577 (2020).
  • Hubbell S.P. The Unified Neutral Theory of Biodiversity and Biogeography, Princeton University Press. (2001).
  • Hutchinson G.E. The paradox of the plankton. The American Naturalist 95:137-145 (1961).
  • Ibarbalz F.M. y col. Global Trends in Marine Plankton Diversity across Kingdoms of Life. Cell 179:1084-1097 (2019).
  • Irwin A.J. y col. Phytoplankton adapt to changing ocean environments. PNAS 112:5762-5766 (2015).
  • Rosindell J. y col. The Unified Neutral Theory of Biodiversity and Biogeography at Age Ten. Trends Ecol. Evol. 26:340-348 (2011).

Cachitos de plástico y fitoplancton

Imagen de portada: Sabrina (Billy Wilder, 1954). Fuente: toldbydesign

Después de las 2 entradas de Suso Gago sobre macro- y microplásticos (MP), hoy cerramos la trilogía plástica explicando la interacción entre el fitoplancton y esos materiales que revolucionaron el siglo XX.

En su honor, esta entrada va a ser un poquito vintage.

Empezando por la portada, que escogí como ejemplo de dicha revolución tecnológica. En Sabrina (1954) un empresario de éxito (Humphrey Bogart) se empeña en demostrar divertidamente las propiedades de un plástico ideal (flexible, a prueba de balas e ignífugo)…lo más de lo más...

(M Schilthuizen, 2019).
Fuente: Turner.

Décadas después (remake de Sabrina incluido), el impacto de nuestra civilización en el planeta ha dejado una impronta de basura plástica en todos los océanos, incluso en la fosa de las Marianas.

Si esto les aflige, para levantar el ánimo les recomiendo «Darwin viene a la ciudad«. A mí al menos me ha servido para considerar desde una perspectiva más amplia nuestro impacto sobre el planeta.

Su autor explica la evolución de los seres vivos en zonas urbanas, a las que destaca como un elemento más de la naturaleza.

Las especies animales y vegetales del antiguo entorno salvaje (junto a las invasoras), pelean por los recursos y desarrollan adaptaciones para sobrevivir en la jungla urbana.

El ecosistema de las ciudades es dinámico y fragmentado. Ofrece nuevos recursos, estructuras y sustancias –a menudo tóxicas– que afectan a los procesos evolutivos (p.ej. selección natural y sexual), a expensas de la biodiversidad.

Schilthuizen se centra en organismos terrestres, sobre todo en aves. Pero también menciona a los ecosistemas acuáticos y creo que su discurso es aplicable igualmente a plásticos y microalgas.

Así que digannos, por 25 pesetas, algunos ejemplos de interacciones entre plásticos y microalgas. Por ejemplo: la dispersión. 1, 2, 3, responda otra vez.

¡ La dispersión !

Microorganismos sobre plásticos. (A,B,C) A. taylori. (D,E) Quistes desconocidos. (F) Ostreopsis. (G) Prorocentrum. (H,I) diatomeas
(J) hidrozoo (K) macroalgas. Fuente: Massó y col. (2003).

Las microalgas bentónicas habitan sobre sustratos inertes (rocas) o vivos (macroalgas): son un miembro más de la biopelícula microbiana.

Al fitoplancton tanto le da colonizar restos de madera, conchas de moluscos, el lomo de una ballena o cachitos de plásticos que flotan a la deriva.

¡Mientras haya luz y nutrientes todo va bien!

A estas microalgas que habitan en las fibras de poliester o tapones de botellas podríamos llamarlas epiplásticas.

Se calcula que en total, sobre los cachitos de plástico en el mar, podrían vivir de 1.000 a 15.000 toneladas de microorganismos.

La basura marina, plásticos incluidos, es un nuevo hábitat para el crecimiento y dispersión del fitoplancton (incluyendo especies nocivas).

Ya lo dijeron Massó y col. (2003) tras estudiar plásticos flotantes, en la costa mediterránea de Cataluña, colonizados por células vegetativas y quistes de dinoflagelados (Ostreopsis, Coolia, Alexandrium taylori…).

Las comunidades epiplásticas son distintas a las del agua que les rodea, aunque en ello influyen varios factores como su antigüedad, la degradación del material o si han pasado…¡por el tracto digestivo de algún animal!

Fuente: Mincer y col. (2016).

A menudo, cuando el plástico llega al mar, las primeras microalgas que colonizan su superficie son diatomeas.

En las imágenes de la derecha podemos ver diatomeas pennadas pegadas a poliestireno expandido (el corcho blanco de los envases) sumergido durante 1 semana en el Atlántico Norte.

No obstante, además de diatomeas, los estudios genéticos revelan que sobre el plástico pueden habitar numerosos grupos: criptofíceas, cocolitofóridos, prasinofíceas, pelagofíceas, etc.

¡ La sedimentación !

Aunque a los que vivimos en la costa pueda parecernos que esto de la basura marina va cada vez a más, los estudios disponibles no confirman una tendencia clara y de hecho su presencia en el océano es muy inferior a la que cabría esperar.

¿Dónde está ese plástico que falta? La respuesta parece ser en el fondo del mar.

En 2014 un estudio de Woodall y col. descubrió que la abundancia de MP en 12 muestreos en el Mediterráneo, Atlántico e Índico era 4 órdenes de magnitud superior a la de la superficie en los giros oceánicos (que como bien saben concentran la basura marina por acción de las corrientes).

Pues bien. El fitoplancton podría jugar un papel importante en ese transporte profundo al adherirse los MP sobre agregados de partículas como los que producen las diatomeas.

Dicho grupo, clave en la producción primaria marina, se caracteriza por producir grandes cantidades de partículas exopoliméricas transparentes (en inglés, TEP). las TEP son pegajosas y agregan a su vez a otras partículas, contribuyendo a la exportación de materia orgánica, CO2 y por qué no, MP, hacia aguas profundas.

Chaetoceros neogracile. Fuente: NCMA.

Apenas existen trabajos sobre ello, pero Long y col. (2015) demostraron que los agregados celulares de diatomeas y criptofitas incorporan microplásticos aumentando enormemente su velocidad de sedimentación.

Aunque el efecto varía según la naturaleza tanto de los MP (p.ej. densidad y carga superficial) como de los agregados. En el caso de las diatomeas (Chaetoceros neogracile) observaron que los agregados con MP sedimentaban a menor velocidad que los agregados «limpios». Es decir: los plásticos hacían flotar más a las diatomeas.

Esto plantea cuestiones sobre las consecuencias para el plancton y otros organismos que se alimentan de dichos agregados (que forman la llamada nieve marina) así como la eficiencia de la bomba biológica.

Ya ven. Queda mucho por estudiar. Y esto nos da pie a la última respuesta de nuestros concursantes del 1, 2, 3…

¡ La toxicidad !

De entrada hay que decir que la concentración actual de MP en el mar es poco probable que tenga efectos sobre el metabolismo del fitoplancton.

Pero la preocupación sobre este asunto alienta en la actualidad múltiples investigaciones y proyectos para conocer los posibles efectos fisiológicos en microalgas expuestas a concentraciones elevadas de MP y de nanoplásticos (NP: <100 nm).

¿Y qué concluyen esos trabajos? pues que las consecuencias suelen ser neutrales o negativas: liberación de sustancias tóxicas, descenso en el contenido de clorofila, de la actividad fotosintética y del crecimiento; estrés oxidativo, alteraciones metabólicas y morfológicas.

Resumen de efectos de los microplásticos sobre el fitoplancton.
Fuente: Correia-Prata y col. (2019).

El tipo de MP y su tamaño son factores importantes a la hora de su interacción con el fitoplancton. En estudios comparativos, los MP con carga positiva y de menor tamaño son más tóxicos para las microalgas.

Sin embargo, los factores responsables de la toxicidad de los MP y de la sensibilidad de determinadas especies o grupos del fitoplancton no están nada claros.

Pero no todo va a ser toxicidad. Los plásticos son polímeros cuyo elemento principal es el carbono y se estima que sus residuos en el mar liberan anualmente 23.000 toneladas de carbono orgánico disuelto.

Autor: E. Zettler. Fuente: whoi.edu

Esto supone una fuente de energía extra para las comunidades microbianas heterótrofas, con un impacto que sí podría ser significativo –y cada vez mayor– sobre la actividad y la composición de dichos microorganismos y otros miembros del plancton, así como para el ciclo del carbono en el océano (Romera-Castillo y col. 2018).

¡Campaaaaaana y se acabó!

La investigación de los efectos de los MP y NP sobre el fitoplancton es un asunto reciente y de candente actualidad…

…y dada la importancia crucial de los productores primarios –y del plancton en su conjunto para la salud de los ecosistemas- cabe esperar un auténtico boom de proyectos en el futuro que profundicen sobre este tema.

Referencias:

  • Correia-Prata y col. Effects of microplastics on microalgae populations: A critical review. Sci. Total Environ. 665:400-405 (2019).
  • González-Fernández C. y col. Do transparent exopolymeric particles (TEP) affect the toxicity of nanoplastics on Chaetoceros neogracile?. Environ. Pollut. 250:873-882 (2019).
  • Long M. y col. Interactions between microplastics and phytoplankton aggregates: Impact on their respective fates. Mar. Chem. 175:39-46 (2015).
  • Massó M. y col. Drifting plastic debris as a potential vector for dispersing Harmful Algal Bloom (HAB) species. Sci. Mar. 67:107-111 (2003).
  • Ortega-Retuerta E. y col. Horizontal and Vertical Distributions of Transparent Exopolymer Particles (TEP) in the NW Mediterranean Sea are Linked to Chlorophyll a and O2 variability. Front. Microbiol. 7:2159 (2017).
  • Romera-Castillo C. y col. Dissolved organic carbon leaching from plastics stimulates microbial activity in the ocean. Nat. Comm. 9:1430 (2018).
  • Seoane M. y col. Polystyrene microbeads modulate the energy metabolism of the marine diatom Chaetoceros neogracile. Environ. Pollut. 251:363-371 (2019).
  • Woodall L.C. y col. The deep sea is a major sink for microplastic debris. R. Soc. Open Sci. 1:140317 (2014).
  • Yokota K. y col. Finding the missing piece of the aquatic plastic pollution puzzle: Interaction between primary producers and microplastics. Limnol. Oceanogr. Lett. 2:91-104 (2017).

En la piel de las ballenas

Imagen de portada: ballena jorobada [Autor: Greg Lecoeur. Fuente: National Geographic]

Ilustraciones originales de Charles King. La Fig. VII y VIII pertenecen a diatomeas del género Tabellaria. Y los copépodos preciosos ¿a que sí?. Fuente: Dolan (2019).

La primera ilustración de diatomeas data de 1703.

Su autor las encontró sobre el tallo de unas plantas recogidas de un estanque en Inglaterra. Se trataba de Tabellaria.

La lámina original aparecía en una comunicación titulada «Two letters from a Gentleman in the Country…»…que no firmaba nadie.

Aquella ilustración fue plagiada sin pudor ni reconocimiento en trabajos posteriores.

Hasta 2019, cuando se desveló de forma indirecta (pero más que probable) la identidad del caballero inglés del campo: Charles King, de Staffordshire (Dolan 2019).

Charles King hizo sus observaciones con un microscopio de tipo Wilson, mucho mejor que el de Leeuwenhoeck.

Poco podía imaginar Mr. King la importancia de aquellas células que al comienzo tomó por cristales de sal y que luego propuso que eran vegetales.

Microscopio de barril o de tipo Wilson. Fuente: MUNCYT.

Para salir de dudas dejó secar la muestra y la rehidrató (con agua fría y templada), pero las cajitas microscópicas seguían allí, unidas en ramitas. Así que no podían ser cristales.

Las diatomeas son uno de los grupos claves del fitoplancton por su abundancia y contribución a la producción de los océanos, sustentando desde el plancton animal (zooplancton) hasta las ballenas. Sin ellas no hay fiesta. No diatoms no party.

Las diatomeas pueden vivir libres en la columna de agua o pegadas a toda clase de sustratos inertes o vivos como algas, zooplancton, invertebrados, aves e incluso mamíferos marinos.

De hecho se han descrito diversas especies de diatomeas epizoicas que viven obligatoriamente sobre la piel de cetáceos.

Y dado que nunca se observan en el agua se cree que necesitan factores de crecimiento del sustrato y son parcialmente saprófitas (aprovechan la materia orgánica muerta, como los hongos).

Los biofilms de diatomeas pueden colorear, con matices desde amarillentos a pardos, la piel de los cetáceos.

Diatomeas (Epipellis oiketis) aisladas de marsopas comunes, en Bélgica. Fuente: Denys & De Smet (2010).

Algunos ejemplos son Bennettella ceticola y Epipellis oiketis, aisladas inicialmente en orcas (Orcinus orca) y marsopas (Phocoena phocoena), respectively.

Estas poseen una forma elipsoidal aplanada que maximiza el área cubierta (beneficio competitivo para colonizar superficies) y su adhesión.

De hecho, estas características pueden tener aplicaciones en biomimetismo para optimizar el diseño de embalajes. Las elipses permiten una densidad celular 6% superior en una superficie respecto a los círculos.

Las diatomeas epizoicas se encuentran en toda clase de cetáceos (misticetos u odontocetos): desde delfines y orcas, hasta cachalotes y rorcuales.

Su distribución sobre el cuerpo es desigual y varía según las especies: se han descrito alrededor de los ojos y las mandíbulas (ballenas Sei), o mayormente sobre el lomo (rorcual común).

En la Antártida existen dos ecotipos de orcas (B1 y B2) y en ambos se han descrito a menudo tonos amarillentos que se relacionan con diatomeas epizoicas.

En un mismo individuo se puede ver que en una época del año posee aspecto «amarillento» para luego recuperar su piel limpia y clara. Así que parece algo intermitente y no un proceso gradual.

Pues bien. Un trabajo reciente propone que las orcas aprovechan migraciones rápidas desde la Antártida hacia latitudes subtropicales para regenerar la capa exterior de su piel.

Orcinus orca. Autor: M. Haluwana. Fuente: Albany Advertiser.

Se trata de viajes de ida y vuelta en los que llegan a recorrer más de 9.000 km en 40 días, sin detenerse en un lugar concreto para reproducirse o alimentarse. Es como si diesen un paseo muy largo (eso que tod@s querríamos hacer ahora) y nada más.

Las aguas subtropicales permitirían a las orcas una regeneración menos costosa (metabólicamente) de la piel, evitando sufrir la pérdida de aislamiento térmico que conlleva dicho proceso en la Antártida.

Si esta hipótesis fuese correcta, la abundancia de diatomeas debería correlacionarse con la edad de la piel y el color. Y así es.

La secuenciación masiva del microbioma en orcas de piel «limpia» vs «amarillenta» ha demostrado que las diatomeas son más abundantes en las últimas. Y esta tendencia se correspondía además con el aumento de bacterias patógenas como Tenacibaculum dicentrarchi, que ocasionan lesiones en la piel.

Además, el parecido entre el microbioma de orcas «amarillentas» (en ambos ecotipos, B1 y B2) y la composición de comunidades microbianas del océano Antártico es mayor, lo que sugiere que aquellos individuos con más carga de diatomeas llevan más tiempo también en la Antártida respecto a sus congéneres de pieles limpias, claras y lustrosas…

A pesar de todo esto ¿creen ustedes que he encontrado alguna referencia a la existencia de cloroplastos en diatomeas epizoicas? Pues no. Pero imagino que algunas –si no la inmensa mayoría– son fotosintéticas. De ahí que tiñan la piel de odontocetos como las orcas.

Para terminar, una última relación sorprendente entre diatomeas y cetáceos.

Relación entre diversidad de especies en cetáceos, diatomeas y temperatura global en los últimos 25 m.a. Fuente: Marx & Uhen (2010).

En 2010 Science publicó un estudio paleobiológico que relacionaba los cambios en la biodiversidad de diatomeas (en los últimos 25 millones de años) con la de los cetáceos, incluyendo factores ambientales (temperatura global, estimada mediante análisis isotópico: δ18O).

La correspondencia que observaron entre la radiación de especies de diatomeas y los cetáceos es realmente alucinante.

Y funciona especialmente bien con los misticetos (ballenas barbadas), que se alimentan de plancton y pequeños peces. Lo cual es muy razonable.

Los cetáceos requieren grandes cantidades de alimento. Una ballena puede llegar a consumir 3 toneladas de krill por día !! Para sobrevivir los grandes mamíferos necesitan ecosistemas productivos donde la energía se transmita eficientemente desde la base a los predadores superiores.

Autor: Humberto Braojos. Fuente: CSIRO.

Las diatomeas, por su mayor tamaño y productividad aseguran justamente eso -cadenas tróficas cortas y eficientes- en comparación a las basadas en otros grupos del fitoplancton.

Tras la extinción masiva del Cretácico hace 66 millones de años, las diatomeas no han hecho más que expandir su dominio y diversificarse en varios pulsos, sobre todo a lo largo de los últimos 50 millones de años.

Esta época dorada de las diatomeas, junto a la apertura del paso de Drake que favoreció su desarrollo al aumentar la disponibilidad de nutrientes mediante la Corriente Circumpolar Antártica (hace 19-49 m.a.), han podido jugar (entre otros factores), un papel fundamental en la evolución y diversificación de los cetáceos modernos.

Agradecimientos: a John R. Dolan por enviarme el material suplementario de su trabajo de 2019, incluyendo las comunicaciones originales de 1703 e información sobre el microscopio de tipo Wilson que usó C. King.

Referencias:

  • Benoiston A.-S. The evolution of diatoms and their biogeochemical functions. Phil. Trans. R. Soc. B. 372: 20160397 (2017).
  • Denys L. & De Smet W.H. Epipellis oiketis (Bacillariophyta) on harbor porpoises from the North Sea Channel (Belgium). Pol. Bot. J. 55:175-182 (2010).
  • Dolan J.R. Unmasking “The Eldest Son of The Father of Protozoology”: Charles King. Protist 170:374-384 (2019).
  • Durban, J. W., & Pitman, R. L. Antarctic killer whales make rapid, round‐trip movements to subtropical waters: Evidence for physiological maintenance migrations? Biol. Lett. 8(2):274–277 (2012).
  • Hooper R. y col. Host‐derived population genomics data provides insights into bacterial and diatom composition of the killer whale skin. Mol. Ecol. 28:484-502 (2019).
  • Marx F.G. & Uhen M.D. Climate, Critters, and Cetaceans: Cenozoic Drivers of the Evolution of Modern Whales. Science 327:993-996 (2010).
  • Holmes, R. W. The morphology of diatom epizoic on cetaceans and their transfer from Cocconeis to two genera, Bennettella and Epipellis. Br. Phycol. J. 2043–57 (1985).
  • Sullivan T. Cell Shape and Surface Colonisation in the Diatom Genus Cocconeis—An Opportunity to Explore Bio-Inspired Shape Packing?. Biomimetics 4:29 (2019).