Entradas

Ice Age II

Weatherbird II, el barco de la empresa Planktos Inc.
Imagen disponible en http://www.treehugger.com/

A cuenta de la teoría sobre la limitación de la producción del fitoplancton por hierro (ver entrada anterior) surgió la idea de hacer negocio con el supuesto CO2 absorbido por el océano, a pesar de que el protocolo de Kyoto no mencionaba para nada esto de fertilizar el mar igual que una huerta.

El ejemplo más conocido fue el de la empresa Planktos Inc., que llegó a subastar créditos de carbono on-line sobre sus futuros experimentos. En 2006 su buque Weatherbird II ponía rumbo a las Islas Canarias para cargar 100 toneladas de hierro y realizar un experimento a gran escala en el Atlántico. Pero le fue denegado el permiso para entrar en puerto. En 2008 Planktos se declaraba en quiebra ante la dificultad de llevar a cabo sus planes por trabas legales, políticas, etc.

Entre 1993 y 2009 se hicieron 13 experimentos científicos de fertilización con hierro, principalmente en el océano Pacífico y Antártico, como el SOIREE (Southern Ocean Iron Release Experiment, 1999).

 

Los puntos rojos indican la localización de los experimentos
de fertilización del océano realizados en la última década.
Disponible en la web OCEANUS
http://www.whoi.edu/oceanus/index.do
Woods Hole Oceanographic Institution

El resultado fue siempre el mismo: tras echar hierro proliferaba el fitoplancton. En especial las algas de mayor tamaño, como las diatomeas formadoras de cadenas, que son las que más sufren la limitación de nutrientes. En cambio a las algas más pequeñas, ni fú ni fá…!!

Las proliferaciones duran varios días o semanas en el mejor de los casos, pero es difícil medir el transporte real de CO2 hacia el océano profundo.En general, la mayor parte del carbono absorbido por las algas se recicla en la capa superior del océano, así que al final tenemos «lo comido por lo servido«. Y además en algunos casos lo que se consiguió fue que proliferaran diatomeas tóxicas del género Pseudo-nitzschia.

 

Buque científico alemán «Polarstern», que realizó un
controvertido experimento de fertilización
del océano Antártico (LOHAFEX) en enero 2009.

Intentar controlar el cambio climático fertilizando el océano no es realista ó siquiera aconsejable. Según los modelos disponibles, aún fertilizando el Océano Antártico durante 100 años la captura de CO2 no justificaría tal delirio. Por no hablar de la grave alteración en los ciclos biogeoquímicos y el ecosistema marino, donde podrían surgir compuestos con poderoso efecto invernadero, como el óxido nitroso y el metano. De ahí que la voz unánime de los científicos sea la de abandonar esta idea y no desviar más dinero a financiar este tipo de investigación.

Imagen disponible en «The Encyclopedia of Earth»
http://www.eoearth.org/article/Milankovitch_cycles

Pero sí es cierto que la fertilización masiva del océano ha influido en el clima del planeta en escalas geológicas recientes…

Como demuestra un artículo publicado en Nature en 2011 (Martínez-García y col.) que relaciona el aporte masivo de hierro al Océano Antártico con la intensificación de las glaciaciones en el Pleistoceno.

Pero las causas iniciales de las glaciaciones y épocas cálidas del planeta parecen ser cambios en la órbita terrestre: los Ciclos de Milankovitch. Las épocas frías producen sequías en el planeta, aumentan el aporte de polvo y arena desde los continentes y desiertos…y esto es lo que fertilizaría los océanos de forma natural, a una escala impensable para el hombre !

La pandilla de «Ice Age»

Estas glaciaciones sucedieron varias veces en el último millón de años, durante el Pleistoceno. La serie de películas «Ice Age» recrea este período, ya que aparecen animales como el mamut, los «dientes de sable»…y los primeros humanos !!

En vez de fertilizar el océano, hay otras formas de ayudar a que el Océano Antártico capture más CO2 , por ejemplo protegiendo a los cachalotes.

Cachalote (Physeter macrocephalus).
Autor: Brian J. Skerry
Imagen disponible en la web de National Geographic
Sí, porque las defecaciones líquidas de los cachalotes tienen mucho hierro, y al alimentarse en aguas profundas y «soltarse el vientre», estimulan la productividad del fitoplancton. Se calcula que los 12.000 cachalotes que pueblan los mares de la Antártida favorecen la captura de 200.000 toneladas de CO2 cada año !

Así que los cachalotes son verdaderos «créditos de carbono». Un ejemplo más de que preservar la biodiversidad no es un mero capricho, sino que tiene mucho que ver con proteger la salud de nuestro planeta…!!!

Referencias:

-Intergovernmental Oceanographic Commision. Ocean fertilization: a scientific summary for policymakers. UNESCO (2011). Disponible en http://unesdoc.unesco.org/images/0019/001906/190674e.pdf
-Lavery TJ et al. Iron defecation by sperm whales stimulates carbon export in the Southern Ocean. Proc. R. Soc. B 277:3527-3531 (2010).
-Martínez-Garcia A et al. Southern Ocean-dust climate coupling over the past four million years. Nature 476:312-315 (2011).
-Strong A, Chisholm S, Miller C, Cullen J. Ocean fertilization: time to move on. Nature 461: 347-348 (2009).
-Trick CG et al. Iron enrichment stimulates toxic diatom production in high-nitrate, low-chlorophyll areas.  PNAS 107: 5887-5892 (2010).

 

Ice Age I

A estas alturas todos sabemos que el CO2 aumenta desde la revolución industrial del s.XIX, y que su efecto invernadero es el principal sospechoso de la subida global de la temperatura. Por contra las plantas terrestres y el fitoplancton «limpian el aire» al consumir CO2 en la fotosíntesis y liberar oxígeno.

Imagen disponible en http://www.esrl.noaa.gov/gmd/ccgg/trends/
Esta es la famosa gráfica con la medición del CO2 desde el Mauna Loa (Hawaii, iniciada por David Keeling en 1958), hasta abril 2012. En ella vemos la respiración del planeta. Las oscilaciones del trazo rojo muestran la variación de la fotosíntesis según las estaciones del año.

 

John H. Martin (1935-93)

 

El oceanógrafo John Martin saltó a los medios de comunicación en 1988 gracias a su publicación en Nature sobre la «hipótesis del hierro«. Su frase más famosa fue: «give me half a tanker of iron and I will give you another ice age» (dadme medio buque-cisterna con hierro y yo os daré otra glaciación). Esta teoría era muy «golosa» ya que sugería que la fertilización del océano con hierro podría servir para luchar contra el calentamiento global.

 

La ardilla más famosa del mundo…

Así pues, en los periodos de mayor crecimiento del fitoplancton, habría mayor consumo de CO2 y enfriamiento global, provocando incluso períodos glaciales…y viceversa.

¿Y qué pinta el hierro en todo esto? El hierro en el mar es un metal escaso, pero esencial para la fotosíntesis y el crecimiento de las algas, ya que actúa como cofactor de enzimas para asimilar nitrógeno, etc…en resumen: sin hierro no hay fitoplancton.

 

Polvo sahariano sobre las Islas Canarias.
Imagen disponible en la web Earth Observatory (NASA)
¿Y de dónde procede el hierro del mar? De aportes terrestres, a partir de los sedimentos, fuentes hidrotermales, volcanes, incluso icebergs…y uno de los mayores aportes de hierro procede del polvo en suspensión desde los desiertos.

El misterio a resolver en la época de John Martin era el siguiente…

En los océanos existen regiones con muchos nutrientes, como el océano Antártico ó el Pacífico NE subártico, pero el fitoplancton nunca prolifera a pesar de tener luz y nutrientes de sobra. Estas zonas se conocen como HNLC (del inglés High Nutrient Low Chlorophyll).

Mapa de clorofila (marzo 2012) disponible en la web
Earth Observatory (NASA)

Martin propuso que el crecimiento del fitoplancton estaba limitado por la escasez de hierro. Y añadiendo más hierro al mar en esas regiones estimularíamos el crecimiento del fitoplancton, así de simple.

Para validar su teoría de forma definitiva era necesario hacer un experimento a gran escala en océano abierto, ya que hasta entonces solo tenía evidencias indirectas y fertilización de volúmenes pequeños en botellas de plástico.

Islas Galápagos.
Imagen disponible (una vez más)
en la web «Earth Observatory» de la NASA.

Martin planeó ese gran experimento para 1993, cerca de las Islas Galápagos, en el Pacífico.

Pero falleció durante ese mismo año, sin llegar a comprobar el éxito de su experimento y la confirmación total de su teoría. Se abrieron expectativas de todo tipo ante la posibilidad de poder fertilizar el océano, controlar el calentamiento global y jubilar a David Keeling…!!

Pero lo que sucedió después lo veremos en la siguiente entrada…

Referencias:

-Martin JH, Fitzwater SE. Iron deficiency limits phytoplankton growth in the north-east Pacific subarctic. Nature 331: 341-343 (1988)
-The iron hypothesis. http://www.palomar.edu/oceanography/iron.htm