El lado siniestro de Konstantín

Para apreciar una obra de arte, un libro o una canción, no necesitamos conocer a la persona que la creó. Pero si luego nos cuentan que era una rata inmunda, animal rastrero, escoria de la vida, adefesio mal hecho…¿separaremos ambos asuntos? ¿olvidaremos sus obras? Depende de lo que haya hecho ¿verdad?

Y a la hora de citar un artículo científico ¿pensamos alguna vez en los autores? ¿qué pasaría si descubriésemos un pasado siniestro en su biografía?

Luc Montagnier (1932-). Fuente: Biografías y vidas.

Para empezar, por muy prestigioso y premiado que sea, ningún científico está libre de hacer o decir tonterías, nadie es infalible ni puede saber de todo.

Por ejemplo Luc Montagnier (descubridor del virus del SIDA y Nobel de medicina 2008), defensor de la homeopatía y altavoz del movimiento antivacunas (eldiario.es, elpais.com).

Luego están la miseria y la falsedad. Bill Bryson, en su imprescindible «Una breve historia de casi todo» repasa las figuras de varios investigadores que pasaron a la historia tanto por sus logros como por su falta de escrúpulos. Por ejemplo el paleontólogo Richard Owen, responsable del término «dinosauria» pero también la única persona a la –que sepamos– Charles Darwin detestó siempre. Con razón.

Sin embargo, salvo en casos de mala praxis, fraude y retirada de artículos, lo que hagan los científicos con su vida no afecta al impacto de sus estudios. Pero quizás deberíamos informarnos más y escoger mejor a quien citamos tal como propone el microbiólogo John R. Dolan a cuenta de nuestro protagonista de hoy.

Konstantín S. Merezkovskii (1855-1921), en 1911. Fuente: Prjamoj Put.

Les hablaré de un criminal asociado a uno de los logros históricos de la biología del siglo XX: Konstantín Merezhkovskii y la teoría de la simbiogénesis.

Merezhkovskii fue un reputado taxónomo ruso (particularmente sobre diatomeas) que publicó en 1905 (en ruso y en alemán): «Sobre la naturaleza y el origen de los cromatóforos en el Reino de las Plantas«.

En dicho estudio desarrollaba su teoría de la simbiogénesis, resultado en realidad de una síntesis de conceptos e ideas previas desarrolladas a lo largo de 40 años por otros investigadores en distintas disciplinas.

Su mérito fue encajar todas las piezas y sugerir que el origen de los cloroplastos era una cianobacteria dada su simplicidad estructural (aunque esto también lo intuyó antes Ernst Haeckel en uno de sus estudios).

Varios colegas de su época sugerían que el origen de los cloroplastos eran las mitocondrias. Mientras, Merezhkovskii rechazaba que las mitocondrias tuviesen un origen simbionte porque pensaba que contradecía a su propia teoría.

Cloroplastos. Fuente: Todosobrecloroplastos.

La teoría de la simbiogénesis de Merezhkovskii incluía cuatro apartados: 1) la reproducción independiente de los cloroplastos, 2) su parecido fisiológico y morfológico con las cianobacterias, 3) su analogía con los casos de simbiosis de algas en animales, y 4) el origen polifilético de la vida. Pero Merezhkovskii realizó escaso o ningún trabajo experimental sobre estos asuntos.

El biólogo alemán Anton de Bary fue quien acuñó en 1879 la expresión de «simbiosis« para referirse a la coexistencia de organismos con distinto nombre, relacionados entre los extremos que van del mutualismo al parasitismo.

En las décadas de 1880 y 1890 muchos biólogos plantearon que los cloroplastos podían proceder de organismos simbiontes. Entre ellos Ernst Haeckel, Edward B. Wilson y sobre todo Andreas Schimper, estudiante de Bary, quien planteó en 1883 el término cloroplasto sugiriendo su origen simbionte:

Green plants may in fact owe their origin to the unification of a colourless organism with one uniformly tinged with chlorophyll.

(Schimper 1883)
Andrei Famintzin (1835-1918). Fuente: Wikimedia commons.

El fisiólogo ruso Andrei Famintzin estableció con sus estudios las bases para el desarrollo de la teoría simbiogenética. Junto a su colega Baranetzky publicó en 1867 el cultivo de algas verdes (Trebouxia) obtenidas de líquenes, considerados hasta entonces como organismos unitarios.

Luego quiso extender sus resultados a otros seres vivos, extrayendo e intentando cultivar (sin éxito) las «zooclorelas» y «zooxantelas» de invertebrados marinos.

Famintzin pretendía demostrar que los cloroplastos de las células vegetales eran simbiontes y podían cultivarse independientemente. Lo intentó con los cloroplastos de la macroalga Vaucheria pero no llegó a nada, claro. Nunca aceptó la teoría de las cianobacterias como origen de los cloroplastos y ridiculizó la publicación de Merezhkovskii (1905) en una suya posterior de 1907.

El lado siniestro de Konstantín.

En 1886, con 31 años, Merezhkovskii abandonó San Petersburgo y se trasladó a Crimea por causas desconocidas, aunque se sospecha que pudo tener que ver con su pedofilia. De hecho en 1898 abandonaría Crimea para huir de varias denuncias de pederastia, dejando allí a su mujer e hijo, en la pobreza.

Se trasladó a EEUU y en California fue acusado de violar a una niña de 14 años. Allí publicó un libro («Earthly Paradise…«), una distopía que combinaba fascismo y eugenesia en un mundo acorde a sus tendencias pedófilas, en el que toda la población vivía desnuda en los trópicos.

En 1902 regresó a Rusia para incorporarse a un puesto en la Universidad de Kazan…y su ideología de extrema derecha le permitió colaborar con la policía secreta del Zar, denunciando «actividades sospechosas» de colegas y conocidos judíos u otros «traidores».

En 1914 volvió a escapar de Rusia por nuevos escándalos sexuales, con acusaciones de pederastia sobre 26 niñas y adolescentes entre 1905-1914 (incluida Kaleeria Korshunova, que tenía 6 años cuando él se convirtió en su tutor). El escándalo alcanzó dimensiones nacionales y en la prensa le apodaron «El marqués de Sade de Kazan».

El ministro de educación pública, L.A. Kasso, le echó de su puesto de profesor de botánica, pero continuó formando parte del personal de la Universidad de Kazan hasta 1917. Luego se trasladó a Suiza donde continuó publicando y manteniendo contacto con colegas botánicos franceses.

Hôtel des Familles (Ginebra). Fuente: Sapp y col. (2002).

Merezhkovskii se veía a si mismo como un salvador de la humanidad y en 1920 publicó un manuscrito titulado «Instructions for my disciples, concerning my doctrine for the salvation of the humanity«. Para él, en una sociedad pacífica no había lugar para los judíos, dejando bien claro su visión pre-nazi, entre otras lindezas.

Este personaje se suicidó en 1921 en el «Hôtel des Familles» en Ginebra, atado a la cama y asfixiado con una máscara conectada a una mezcla de gases tóxicos que él mismo preparó con ácidos y cloroformo.

La teoría de la simbiogénesis de Merezhkovskii era especulativa aunque su propuesta del origen cianobacteriano de los cloroplastos proporcionaba un hilo para comprobar su validez.

No fue hasta la segunda mitad del s.XX con el descubrimiento del ADN y el desarrollo de nuevas tecnologías cuando se pudo retomar de forma sistemática y rigurosa el papel de la simbiosis en el origen y la evolución celular.

Lynn Margulis (1938-2011). Fuente: dtnetwork.org

Fruto de ello Lynn Margulis propuso la teoría moderna de la simbiogénesis en 1967, planteando el origen endosimbionte en serie de los orgánulos celulares.

El trabajo donde la presentó («On the origin of mitosing cells«, firmado con su apellido de soltera, Sagan) fue rechazado por más de diez revistas científicas. Hoy en día se considera como la obra que resucitó y permitió profundizar en el concepto de endosimbiosis como motor fundamental de la evolución en las células eucariotas. Una historia, la del origen y evolución celular, que aún hoy desconocemos en su totalidad.

Y para terminar me despediré con esta reflexión de John R. Dolan:

«[…] es importante leer bien los trabajos que uno cita y considerar cuidadosamente cómo deberían citarse. Pocos de nosotros, espero, citarían inopinadamente o destacarían a un proto-nazi, violador de niños en serie, cuyo trabajo no fue incuestionablemente original».

Trad. de Dolan J. (2019)

Referencias:

  • Dolan J. A cautionary tale: we choose who to cite, who to recognize — please do so carefully. J. Plankton Res. 41:363-365 (2019).
  • Gray M.W. Lynn Margulis and the endosymbiont theory: 50 years later. Mol. Biol. Cell 28:1285-1287.
  • Provorov N.A. K.S. Mereschkowsky and the origin of eukaryotic cells: 111 years of symbiogenesis theory. Agr. Biol. 51:746-758.
  • Sagan L. On the origin of mitosis cells. J. Theor. Biol. 14:225-274.
  • Sapp J. Symbiogenesis: the hidden face of Constantin Merezhkowsky. Hist. Phil. Life Sci. 24:413-440 (2002).

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