Biodiversidad y biogeografía
Imagen de portada: Racing Extinction (BSO). Fuente: discogs.com
The problem that is presented by the phytoplankton is essentially how it is possible for a number of species to coexist in a relatively isotropic or unustructured environment all competing for the same sorts of materials.
Hutchinson (1961)
Una taza de café. El agua de mar que cabe en esa taza contiene una multitud de microorganismos: virus, procariotas y eucariotas INCLUIDOS. La cuestión es ¿por qué coexisten tantas especies y qué es lo que determina su abundancia y distribución en el océano?

La respuesta no es trivial ni universal pero sí fundamental para entender el funcionamiento, estado –y futuro– de los ecosistemas. De ello se ocupa la ecología.
La biodiversidad es algo que a todos nos suena y que transmite una idea positiva: riqueza natural. Según la RAE: «variedad de especies animales y vegetales en su medio ambiente«.
La biogeografía es otra historia. Rara vez traspasa la divulgación científica o artículos de investigación. En el lenguaje coloquial la traducimos como «distribución». Y para la RAE, biogeografía es: «parte de la biología que se ocupa de la distribución geográfica de animales y plantas«.
Bien. Ahora llevemos ambos conceptos al medio marino, en concreto a las microalgas. ¿Qué factores controlan su biodiversidad y biogeografía?
Cada especie tiene unos rangos de tolerancia y óptimos de crecimiento experimentales (luz, temperatura, nutrientes, salinidad, turbulencia, etc) asociados a un nicho ecológico que la teoría clásica usa para entender el batiburrillo de especies marinas.
El medio acuático es caótico, afectando a la disponibilidad de los recursos que mantienen a su vez en equilibrio inestable a las poblaciones y sus interacciones. Las especies poseen características únicas y prosperan mejor o peor según la presión ambiental, sin excluir a las demás.
Nadie duda de los nichos ecológicos (sobran evidencias) pero ¿de verdad explican la biodiversidad y la biogeografía del fitoplancton?
La idea de nicho ecológico es fácil de entender en el caso de un oso polar. Enseguida lo imaginamos en el hielo, cazando focas, amenazado por el cambio climático. Al mismo individuo durante años y años. Quítale el hielo y adiós.

Pero el fitoplancton se multiplica y dispersa en el medio marino a merced de las corrientes y de los depredadores, más como un superorganismo difuso que como individuos aislados. Esa es su fortaleza.
Porque el nicho ecológico de una microalga no es como el de un oso polar: es más flexible y sus poblaciones se adaptan siguiendo los cambios ambientales gracias a tiempos de generación de horas o días.

Penny Chisholm compara las células de la cianobacteria Prochlorococcus con un smartphone al que puedes descargar las apps que necesites (genes) a partir de la nube (reserva genética de la población), acorde a tus preferencias (nicho ecológico). El smartphone de un oso polar no sería tan personalizable...
Por ello es difícil predecir la respuesta del fitoplancton al cambio climático.
Entran en juego muchos factores y las especies dominantes en la población consiguen adaptar sus nichos ecológicos a nuevas condiciones en pocos años, tal y como se ha observado p.ej. en una serie temporal de 15 años en el Caribe (Irwin y col. 2015).
Tenemos muchos datos (cada vez mejores) sobre la biodiversidad y biogeografía del plancton.

Estudios globales como Tara Oceans demuestran que la biodiversidad disminuye del ecuador a los polos, inversamente proporcional a la productividad de las aguas…aunque el calentamiento global podría aumentar la biodiversidad en latitudes altas y reducirla en zonas «demasiado» cálidas en las próximas décadas.
Sin embargo, no tenemos una teoría ÚNICA ni demasiadas pruebas para explicar el por qué de esos datos y no otros.
Podríamos considerar que la biogeografía sólo depende de la capacidad de dispersión de los individuos.
O que todas las especies están en todas partes pero que luego la presión ambiental (los nichos, vamos), selecciona las mejor adaptadas y de ahí la biodiversidad observada.
En 2001 Stephen P. Hubell publicó la teoría neutral unificada de biodiversidad y biogeografía. En ella consideraba que todas las especies –en un mismo nivel trófico como el fitoplancton-, compiten igual de bien por los recursos.
Los nichos ecológicos no jugarían ningún papel. Resulta divertido porque no niega que los nichos existan, sino que propone que un modelo sin ellos, más simple, puede aproximarse mejor a los datos reales.
En la teoría neutral, biodiversidad y biogeografía se explican por procesos estocásticos: el balance en las comunidades locales entre multiplicación/muerte de los individuos, extinciones/inmigración de nuevas especies, y a gran escala por la limitación en la dispersión de las especies, extinciones masivas, especiación, etc.

La teoría neutral estaría en un extremo y la teoría clásica de nichos en el otro. En la primera los nichos no actúan y las especies (en cada nivel trófico) son igual de competitivas. En la segunda los nichos son la fuerza dominante y las especies poseen distinto «éxito».
Pero también puede haber situaciones intermedias ¿no? Puede que la presión de los nichos no sea invisible sino más o menos intensa y que las especies fluctúen en su grado de adecuación a las condiciones ambientales. La cuestión es qué explicación produce resultados que se ajusten mejor a la biodiversidad y biogeografía registradas.
En los últimos 20 años se ha agitado un intenso debate sobre la validez o no de la teoría neutral, a través de las distribuciones observadas de las especies. Si los nichos no son importantes lo que generaría y mantendría la biogeografía de las especies es la capacidad de dispersión.
Y algunos estudios han demostrado, en efecto, que predicciones de la teoría neutral como la limitación en la dispersión explicaría el grado de conexión (composición de especies y estructura genética) entre poblaciones locales de invertebrados y plancton, manteniendo así la biogeografía (Chust y col. 2016).
Pero en el caso de la biogeografía no es fácil separar los efectos de las limitaciones por dispersión (teoría neutral) y la presión ambiental (nichos ecológicos), dado que ambas varían continuamente según el lugar y el momento de las observaciones.

Para eliminar esas interferencias Cermeño y Falkowski (2009) analizaron registros fósiles de diatomeas en latitudes templadas del Atlántico y Pacífico y el Océano Antártico en los últimos 1,5 M. de años. Y sus resultados señalaron que la biogeografía de las especies no estaba condicionada por la dispersión.
Las comunidades de regiones templadas y polares mostraban pocas especies comunes, marcando diferencias biogeográficas claras.
En cambio, las comunidades templadas del Atlántico y el Pacífico eran muy similares entre sí, reflejando que en este caso sí serían las presiones ambientales (nichos ecológicos) y no la distancia lo que determina la biogeografía de las especies de diatomeas.
Referencias:
- Adler P.B. y col. A niche for neutrality. Ecol. Lett. 10:95–10 (2007).
- Chust G. y col. Dispersal similarly shapes both population genetics and community patterns in the marine realm. Sci. Rep. 6:28730 (2016).
- Cermeño P. & Falkowski P. Controls on Diatom Biogeography in the Ocean. Science 325:1539-1541 (2009).
- Hastings R.A. y col. Climate Change Drives Poleward Increases and Equatorward Declines in Marine Species. Curr. Biol. 30:1572-1577 (2020).
- Hubbell S.P. The Unified Neutral Theory of Biodiversity and Biogeography, Princeton University Press. (2001).
- Hutchinson G.E. The paradox of the plankton. The American Naturalist 95:137-145 (1961).
- Ibarbalz F.M. y col. Global Trends in Marine Plankton Diversity across Kingdoms of Life. Cell 179:1084-1097 (2019).
- Irwin A.J. y col. Phytoplankton adapt to changing ocean environments. PNAS 112:5762-5766 (2015).
- Rosindell J. y col. The Unified Neutral Theory of Biodiversity and Biogeography at Age Ten. Trends Ecol. Evol. 26:340-348 (2011).