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La trampa tóxica

Los conceptos animal y vegetal son difíciles de aplicar a las algas, porque tienen toda clase de estrategias entre ambos extremos. Como las algas «mixótrofas», que son fotosintéticas pero también voraces a la hora de «zamparse» a otros organismos. Nos centraremos en los dinoflagelados, pero hay muchas más…

Pfiesteria piscicida.

Las especies de las que vamos a hablar son auténticos cazadores microscópicos, y sus «armas» variadas a la hora de capturar y alimentarse de sus víctimas. Existen tres tipos básicos:

En un primer grupo están las especies con un pedúnculo, algo así como un tubo que perfora la pared de su presa para succionar su contenido…este es el caso de Dinophysis o de la misteriosa Pfiesteria piscicida, que merece para si sola una entrada aparte (ver «Histeria con la Pfiesteria»).

El segundo tipo son dinoflagelados que ingieren a sus presas directamente, bien a través de una hendidura en el «sulco», ó mediante una «boca celular» llamada citostoma. Primero inmovilizan a su indefenso «cervatillo» microscópico y luego lo engullen completamente…por ejemplo Noctiluca, Gyrodinium ó Fragilidium. A éste último, «tragándose» una célula de Dinophysis caudata, pertenece la siguiente secuencia. El video resume 8 minutos en apenas unos segundos…

Y por último, existen algunas especies que son capaces de extender una especie de saco ó «velo», llamado «pallium». Funciona igual que una red: engloba a la presa y la digiere extracelularmente mediante enzimas digestivas. Con «pallium» cazan dinoflagelados tecados que así consiguen alimentarse de presas de similar tamaño. Recuerdan a las arañas, que primero inmovilizan a la presa con su tela y luego le inyectan veneno y enzimas digestivas. Son, por ejemplo, especies del género Protoperidinium.

Pero hace apenas dos meses unos investigadores daneses publicaron una nueva estrategia de «caza» en dinoflagelados que recuerda aún más a las arañas.
Es la «trampa tóxica» de Alexandrium pseudogonyaulax.

Este dinoflagelado segrega un mucus pegajoso con el cual atrapa e inmobiliza a su presa, aunque no la mata. El mucus parece surgir del extremo de su flagelo longitudinal. Hannah E. Blossom y sus colaboradores sugieren que A. pseudogonyaulax deposita toxinas en el mucus, concentrando su efecto en vez de diluirlas en el agua.

Alexandrium pseudogonyaulax

Las presas permanecen pegadas en la trampa tóxica (y con sus flagelos temblando de miedo, supongo…) hasta que su verdugo, siempre cerca, decide «zampárselas». Y esto sucede en cuestión de segundos una vez que entra en contacto con su víctima. Pero mejor que contarlo es verlo.

En este último vídeo vemos como un A. pseudogonyaulax de nuestra colección (CCVIEO) arrastra «sin piedad» al ciliado fotosintético Mesodinium rubrum. Éste ha perdido los cilios que le permitían moverse y está pegado, para siempre ya, en la trampa tóxica. Luego, A. pseudogonyaulax lo atrae hacia sí, y comienza a ingerirlo…

 

Y para terminar una recomendación: la web Portal to Protistology, con más videos relacionados con este tema…http://protozoa.uga.edu/portal/images.html…y un deseo: felices vacaciones !!

Referencias:

Blossom HE et al. Toxic mucus traps: A novel mechanism that mediates prey uptake in the mixotrophic dinoflagellate Alexandrium pseudogonyaulax. Harmful Algae 17:40-53 (2012).
-Hansen PJ. The role of photosynthesis and food uptake for the growth of marine mixotrophic dinoflagellates. J Eukaryot. Microbiol. 58:203-214 (2011).

 

Mesodinium rubrum: ¿animal ó planta?

M. rubrum a 600 aumentos.

Autor: F. Rodríguez

El fenómeno de las «mareas rojas» se asocia siempre a la presencia de algas tóxicas, pero solo unas pocas especies suelen llegar a colorear el agua y no suelen ser tóxicas precisamente. Lo más habitual es que esas «manchas» que observamos en el mar las produzcan poblaciones inofensivas de otras especies del plancton marino, tales como el microorganismo que nos ocupa en esta entrada: el ciliado mixótrofo Mesodinium rubrum (=Myrionecta rubra).
Mesodinium es el responsable de numerosas «mareas rojas» en zonas costeras de latitudes medias, aunque también se encuentra en latitudes altas del hemisferio norte, como el mar Báltico, y hasta en el polo sur, en la mismísima Antártida.

En las rías baixas gallegas, por ejemplo, es muy frecuente observar manchas de un intenso color rojo «sangre» en los meses de primavera a verano. La extensión y coloración de estas manchas es tan espectacular que se pueden observar incluso en imágenes de satélite en la página de Google Earth, como la que aparece a continuación.

Una «pincelada» de marea roja de Mesodinium. Autor: F. Rodríguez

La imagen de arriba fue tomada en julio de 2007 sobre Canido (frente al IEO de Vigo, Pontevedra), coordenadas 42.194643 N,-8.796083 W. La de la izquierda, realizada desde la terraza del IEO de Vigo el 26 de agosto de 2011, muestra en la parte central superior el contorno rojo en el agua. Durante esa misma semana de agosto, recibimos en el laboratorio muestras de agua de la ría de Pontevedra, en las que observamos también un «bloom» ó proliferación de Mesodinium.

A Mesodinium le «gusta» la luz, y tanto en el medio natural como en una pequeña probeta, tiende a concentrarse en la zona más iluminada. 

Mesodinium rubrum. Autor: F. Rodríguez

Se trata de un ciliado y forma por tanto parte del microzooplancton (animales microscópicos del plancton). Pero este organismo ha desarrollado la capacidad de realizar fotosíntesis, tal como sucede en las algas y vegetales superiores.

Para ello, Mesodinium se alimenta de pequeñas algas criptofíceas de las cuales se cree que obtiene factores de crecimiento, pero a las que también «roba» sus cloroplastos intactos.

Por tanto, el color rojo de Mesodinium se debe a los pigmentos fotosintéticos que mantiene en su célula una vez ingeridas las criptofíceas. Sin embargo, la asociación de dichos cloroplastos y Mesodinium no es permanente: el ciliado necesita ingerir periódicamente nuevas presas para «reponer» los cloroplastos que van desapareciendo.

M. rubrum en cultivo. Autor: F. Rodríguez

Existen todavía muchas incertidumbres acerca de cómo se mantienen activos esos cloroplastos temporales.

Por ejemplo, se ha demostrado la existencia de un endosimbionte fotosintético permanente en una cepa de Mesodinium, mientras que en otra distinta se ha descrito que el ciliado posee también núcleos de criptofíceas que ayudarían a controlar el funcionamiento de los cloroplastos «robados».

La explicación de la naturaleza «dual», por así decirlo, de este «animal-planta» ó mixótrofo obligado, – necesita para sobrevivir tanto el aporte de materia orgánica como la energía fotosintética de sus cloroplastos «robados» -, es un tema fascinante que futuras investigaciones nos ayudarán a comprender con mayor detalle…

 

Referencias:

-Crawford, D.H. Mesodinium rubrum: the phytoplankter that wasn’t. Mar. Ecol. Prog. Ser. 58:161-174 (1989).
-Hansen, P.J. & Fenchel. The bloom-forming ciliate Mesodinium rubrum harbours a single permanent endosymbiont, Mar. Biol. Res. 2:3, 169-177 (2006).