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Un mar de Verne: El Chancellor

[Imagen de portada: Sailors for the Sea]

El 9 de mayo participé con la charla «Un mar de colores para el Nautilus» en el ciclo Un mar de Verne, organizado por la Sociedad Hispánica Jules Verne y el Campus do Mar. Era la última de las 4 charlas por parte de personal investigador del CSIC, Universidad de Vigo e IEO en el bar musical La Pecera, de Vigo. Ni qué decir que la preparé encantado, cuando las cosas se hacen a gusto y con fitopasión todo es más fácil !

En las próximas 4 entradas podrán leer toda la historia, un homenaje a Verne como no podía ser menos para cerrar el ciclo. Lo que no podré será recrear la atmósfera del bar ni el calor del público que acudió a la cita, gracias al cual mereció la pena todo el esfuerzo y la ilusión que puse en ella. Comenzamos…

Jules Verne (1828-1905). Fuente: The Hustle

Jules Verne escribió 64 novelas, la mayoría de ellas (54) pertenecen a la saga de “Los Viajes Extraordinarios”.

El mar formaba parte muy importante de su trabajo y de su vida. El propio Verne poseyó tres barcos a cada cual más grande con los que navegó por el Atlántico y el Mediterráneo.

Recordemos además que en vida de Verne el mundo no se conocía en su totalidad: ni el continente africano, ni la Antártida ni muchas regiones del océano habían sido exploradas. Así que había mucho margen para la imaginación y los relatos fantásticos en alguien apasionado por la naturaleza y la ciencia como era él.

En la mayoría de sus relatos aparece el mar y en varios es protagonista o un elemento muy destacado de la trama. Y se preguntarán ustedes: ¿Verne escribía sobre algas? rotundamente sí. No soy ningún experto en su obra pero después de peinar unas cuantas novelas me quedé con cuatro que combinan mucha ciencia, imaginación e historias curiosas.

En mi casa, cuando era niño, había una colección de libros de bolsillo, entre ellos algunos de Verne. Que yo recuerde además de 20.000 leguas había otros títulos muy conocidos como “La isla misteriosa” o “Viaje al centro de la Tierra”. Esos son los libros de Verne que recuerdo haber leído. Y para preparar esta historia, además de releer los dos primeros me zambullí en otras dos novelas: “El Chancellor” y “Segunda Patria”.

Les confesaré que igual que me sucedió de niño, he vuelto a aprender e interesarme por fenómenos de la naturaleza gracias a Verne que compartiré con ustedes. Ya está bien de rollo! abramos la primera novela.

El Chancellor es un velero mercante que transporta algodón y pasajeros. Sale de Charleston (Carolina del Sur) el 27 septiembre de 1869 con rumbo a Reino Unido. Los buques a vapor ya copaban las rutas transoceánicas pero todavía coexistían con los de vela.

Días después se declara un incendio en la bodega que termina por hacerse incontrolable. El Chancellor encalla en un islote («La Roca del Jamón») y allí termina por naufragar. Los supervivientes construyen una balsa dotada de mástil y vela con la que continúan su aventuras. Derivan hacia el sur y tocan tierra en la costa de Brasil cuatro meses después, el 27 de enero de 1870.

Sobreviven 11 pasajeros (uno de ellos el Sr. Kazallon, que consigna todo en un diario) de los 32 que habían embarcado. Pues bien, les contaré tres historias de este libro. La primera de ellas la descubrí leyendo estas palabras:

“El Chancellor entra de lleno en el mar de los Sargazos. Este mar, cerrado por la tibia corriente del Gulf-Stream, es una vasta extensión de agua cubierta de algas a las que se da el nombre de sargazos, y donde las carabelas de Colón no navegaron sin trabajo, cuando por primera vez atravesaron el océano…»

El Mar de los Sargazos y las migraciones de las anguilas. Fuente: New Scientist.

Verne comenta luego que la roda del velero corta como un arado la pradera de algas y que éstas se enredan como lianas en su arboladura. Obviamente es una exageración, pero se apoya en la existencia real del Mar de los Sargazos, el único del mundo que no está definido por ninguna línea de costa sino por corrientes oceánicas. Un mar dentro del océano.

Situado en el giro del Atlántico Norte Subtropical, la corriente cálida del Golfo marca su extremo oeste, el norte la del Atlántico Norte, el este la corriente de Canarias y el sur la corriente ecuatorial Noratlántica.

Sus límites cambian en función de dichas corrientes pero suele coincidir con el centro de altas presiones entre Azores y Bermudas. La única tierra en él es justamente el archipiélago de Las Bermudas, vértice del legendario triángulo con el mismo nombre.

El mar de los Sargazos ofrece un hábitat único para muchas especies marinas que se reproducen, protegen y alimentan entre la cobertura de algas. Las anguilas (americanas y europeas) se cree que regresan a él para desovar, incluso desde el Mediterráneo. Pero no solo es importante para las anguilas.

Varias especies de tortugas desarrollan sus crías en él, girando en el sentido horario en un inmenso tiovivo de sargazos junto a crustáceos, peces (incluyendo caballitos de mar) e invertebrados.

Atunes y aves marinas también consiguen su alimento en este ecosistema tan peculiar, conocido en inglés como «The golden floating rainforest«.

Está constituido por 2 especies: Sargassum natans y S. fluitans, que probablemente proceden del Caribe aunque son holopelágicas, es decir, se han adaptado a vivir en la superficie del mar <<sin necesidad de un sustrato para completar su ciclo de vida>>. Ambas se reproducen de forma asexual por fragmentación.

El Mar de los Sargazos. Autor: University of Southern Mississipi Gulf Coast Research Laboratory. Fuente: NOAA.

La cobertura de algas es irregular: pueden extenderse a lo largo de kilómetros pero suelen formar concentraciones dispersas que nunca han debido estorbar a ningún barco. El mar de los Sargazos es oligotrófico, de un profundo color azul y con visibilidad hasta los 60 metros de profundidad.

Las aguas de los Sargazos reciben pocas lluvias y son cálidas en comparación al exterior debido al aislamiento por las corrientes que lo circundan.

Conocido refugio de piratas, es célebre por sus calmas chichas asociadas con el anticiclón subtropical. Está localizado a 30ºN, en lo que se llaman las “Latitudes del Caballo”, con vientos variables y débiles. Dicho nombre procede de los relatos de navegantes españoles que atrapados en él durante semanas, para ahorrar agua, se deshacían de algunos caballos matándolos y arrojándolos por la borda.

El poema Horse Latitudes de Jim Morrison publicado en «Strange Days» (1967) por The Doors, narra esto tan truculento que les acabo de contar. La propia canción en sí es muy desasosegante.

El investigador Mike Murphy con un kelp de azúcar. Autor: David Csepp (NOAA/NMFS/AKFSC/Auke Bay Lab). NOAA Photo Library. Fuente: Wikimedia commons.

La siguiente historia ya ocurre en la balsa. Mientras derivan hacia el sur en su aventura desesperada el Sr. Kazallon descubre algas flotando:

“Son laminares sacarinos, que contienen un principio azucarado. Aconsejo a mis compañeros que mastiquen los tallos. Así lo hacen y consiguen refrescar sensiblemente la garganta y los labios.”

Este alga parda es comestible y tiene un sabor dulce porque posee altos niveles de manitol. Por algo se le conoce como el Kelp de azúcar. Tiene tanto que al secarse se forman cristales blancos de azúcar en su superficie!

El nombre científico de dicha especie es Saccharina latissima (antes Laminaria saccharina). Así que la escena que describe Verne sería posible: hay cosas más ricas pero te la puedes comer cruda, sobre todo en la situación de los náufragos.

El único «pero» a esta escena sería espacial: dichas algas solo se encuentran en aguas frías en el Atlántico y Pacífico Norte. Difícil, por no decir imposible, toparse con ellas en latitudes cálidas.

La tercera y última historia de hoy pertenece al desenlace de la novela. Desesperados, antes de morir de sed y hambre, deciden sortear a quien se comen. El asunto es peliagudo: termina montándose una trifulca fenomenal en la balsa y el Sr. Kazallon cae al agua. Braceando para no hundirse descubre que el agua es dulce y se puede beber. Pero están en medio del Atlántico sin tierra a la vista ¿cuál es la explicación?

Modelo matemático de la salinidad superficial del Atlántico frente a la costa norte del Brasil, con el efecto de la pluma de agua dulce del Amazonas. Fuente: Fig. 2 (Coles y col. 2013).

Tal cantidad de agua dulce sólo puede provenir de un río: del más caudaloso del mundo. Cuando atraviesas la pluma de agua dulce del Amazonas puedes encontrar agua dulce a decenas de kilómetros de la costa.

El Amazonas aporta el 20% del agua dulce de todos los ríos del planeta, el mismo volumen que los siguientes 8 grandes ríos: El Congo, Ganges-Brahmaputra-Meghna, Orinoco, Yangzi, Río Negro, Río de la Plata…

En el mapa de salinidades de la derecha pueden ver una mancha azul en su desembocadura que indica salinidades iguales o menores a 4: eso es agua dulce.

Dependiendo de la altura de la línea de tierra esta es visible desde 5 a 35 km de distancia. Así que sería perfectamente posible la escena que describe la novela: la extensión de esa mancha azul de agua dulce supera, con creces, los 35 km. El mapa es la salida de un modelo matemático pero su validación in situ (Coles y col. 2013) demostró que se quedaba incluso corto para la extensión de la pluma del Amazonas.

Y sabemos que los náufragos llegan a tierra justo en la desembocadura del Amazonas porque Verne nos facilita en esta novela las coordenadas de latitud exactas: 0º 12′ N.

Referencias:

-Coles V.J. y col. The pathways and properties of the Amazon River Plume in the tropical North Atlantic Ocean. J. Geophys. Res.: Oceans 118:6894–6913 (2013).
-Verne J. El Chancellor. 115 pp. (1875).
-Fuente web: What is the Sargasso Sea? NOAA