Entradas

Barcos que ya no surcan los mares

HMS Beagle en la Tierra del Fuego.
Pintura de Conrad Martens, durante el viaje de 1831-1836.

Los estudios en el medio natural (las campañas oceanográficas y pesqueras) son imprescindibles para conocer los ecosistemas marinos y la relación de la biología con la física y la química del mar.

Hoy trataré de aquellos buques que bien no existen ó duermen en museos, pero a los que la ciencia en general (y la investigación marina en particular) les debe mucho.

Serán «pinceladas»; sus aventuras en muchos casos merecerían entradas por separado…

Charles Darwin (sobre 1840)
Autor: G. Richmond.
Copyright: Assumed Royal College of Sergeons
Fuente: australianmuseum.net.au

Para empezar, cómo no, el HMS Beagle, un velero inglés de la Royal Navy, protagonista de la circunnavegación en la que participó Charles Darwin en 1831-1836. El objetivo principal de aquel periplo era la elaboración de trabajos hidrográficos y cartas náuticas de las costas de Suramérica.
Pero aquel viaje fue mucho más: Darwin extrajo cuantiosa información que le serviría para publicar muchos años después (en 1859) su teoría sobre la evolución y el origen de las especies.

 

La expedición de Amundsen en la Antártida,
con el Fram al fondo (1911).
Fotografía de la National Library of Norway.
Fuente: nationalgeographic.com

En mi caso tengo especial debilidad por las expediciones polares a comienzos del s.XX.

Llegaron a los confines del planeta con unos medios muy limitados gracias a la capacidad sobrehumana
de personajes mitad exploradores, mitad científicos (en distinta medida según los casos) como Fridjtof Nansen, Roald Amundsen, Robert F. Scott ó Ernest Shackleton, entre otros…

Todos ellos llevan unidas a sus hazañas una serie de barcos, como el Fram en el caso de los noruegos, ó el Discovery y el Endurance en el caso de los ingleses.

El museo FRAM de Oslo.
Autor: A. Chirulescu. Wikimedia commons.

El Fram noruego ocupa el primer lugar en mi lista de relatos pendientes sobre barcos.

Este buque sigue existiendo y lo podemos visitar en un museo de Oslo creado en su honor (y que recomiendo). Roald Amundsen puso rumbo a la Antártida en el Fram cuando alcanzó el Polo Sur en 1911. Y ésa no fue su mayor aventura.

Bueno, centrémonos ahora en el caso español, y aprovechando que el IEO (Instituto Español de Oceanografía) celebra este año su centenario, merece la pena viajar en el tiempo un siglo atrás y recordar aquellas primeras campañas.

En aquel turbulento inicio del siglo XX la oceanografía española estaba en pañales y bastante aislada del esfuerzo que otros países dedicaban al estudio de los océanos…

El «Cocodrilo» cuando era todavía un cañonero.
Colección de D. José Lledó Calabuig. Fuente: todoavante.es

En 1906 se creó la Comisión Oceanográfica, un ambicioso proyecto que pretendía instalar dichas comisiones en los principales puertos de la península, empezando por Barcelona.

Para ello utilizarían buques de guerra antiguos transformados en laboratorios, así como embarcaciones específicas cuando fuera necesario realizar estudios de oceanografía en la plataforma continental española.

 

El «Cocodrilo» transformado en laboratorio de la
comisión oceanográfica. Fuente: vidamaritima.com
Laboratorios del «Cocodrilo».
Fuente: vidamaritima.com

Pero no había financiación suficiente para tanto dispendio y sólo se pudo crear la comisión oceanográfica de Barcelona, aplicada a la pesca y dirigida por el capitán de fragata Joaquín de Borja.

A su servicio pusieron un vetusto cañonero de 1870, el «Cocodrilo«, que languidecía en un estado deplorable (según las crónicas), y que fue reconvertido en «buque pontón» para su uso como laboratorio, biblioteca y escuela de zoología marina. La comisión oceanográfica «cerró escotillas» en 1928.

En 1913 se reunió en Roma la Comisión Internacional del Mediterráneo, presidida por el príncipe Alberto I de Mónaco. A pesar de la deficiente preparación, España se asoció a dicha comisión, que acordó las investigaciones y métodos científicos que debían utilizar los países miembros.
Luego, en 1914, se creó el IEO y se iniciaron las campañas oceanográficas en el Mediterráneo…

El cañonero Vasco Núñez de Balboa.
Colección de D. Alfredo Aguilera. Fuente: blog.todoavante.es

El IEO no contaba con buques oceanográficos y se recurrió al Ministerio de Marina para que participasen los cañoneros de 1ª clase del tipo Pizarro: el «Vasco Núñez de Balboa» y el «Hernán Cortés». Eran buques de 47 metros de eslora, con unos 50 tripulantes y armados con varios cañones en proa y popa…

Los cañoneros de aquella clase se construyeron en Escocia a finales del s.XIX para enviarlos a la guerra de Cuba (1898). Allí se enfrentaron a la US Navy, regresaron (que no es poco), y en una segunda vida menos arriesgada se dedicaron a los trabajos de oceanografía con el IEO.

Una red de plancton en el Hernán Cortés durante la primera campaña en las rías gallegas.
Trabajaron en las rías de Vigo, Pontevedra y Arousa  (verano de 1916).
En la imagen se atisban las Islas Cíes al fondo así que debió ser tomada en la Ría de Vigo.
El original apareció publicado en el Boletín de Pescas (septiembre de 1916).

La primera campaña en las rías gallegas duró 2 meses. El director del IEO era Odón de Buen, quien escribió un artículo sobre aquella campaña en el Boletín de Pescas del Ministerio de Marina (septiembre de 1916).

En él decía lo siguiente:

Material oceanográfico en el Hernán Cortés
durante la primera campaña en las rías gallegas.
Fuente: Boletín de Pescas, septiembre 1916.

«El buque (Hernán Cortés) es un viejo cañonero de 300 toneladas que, merced a cuidados extraordinarios, se mantiene aún boyante, y gracias a su poco calado (unos dos metros) puede entrar por todas partes; se hacen difíciles con él largas operaciones a buque parado con aparatos de fondo, por su poca estabilidad, y no pueden intentarse pescas con grandes redes que exigen popa saliente que defienda la hélice de posibles contingencias y cubierta despejada. Ha sido, en cambio, muy fácil el hacer observaciones oceanográficas,…»

Aquella campaña tenía dos finalidades (sigo citando a Odón de Buen):  «iniciar las observaciones metódicas de las aguas del mar en las rías gallegas y resolver el pleito entre los interesados en la pesca, respecto al procedimiento denominado de la Ardora«.

En aquella primera campaña ya se encontraron con las mareas rojas: «Durante este verano hemos tenido ocasión de estudiar la masa rojiza que, en días determinados, invade las rías bajas, coloreando de ocre el agua en grandes extensiones…».

Las observaciones sobre la pesca a la ardora y la explicación que dio Odón de Buen sobre aquella marea roja provocaron una disputa científica en unos términos que hoy calificaríamos de muy rudos. Bromitas las justas…


Agradecimientos:

A Uxía y Alexia de la biblioteca del IEO de Vigo, por facilitarme los artículos
de los Boletines de Pesca que he utilizado para esta entrada.

Referencias:

-de Buen, O. Trabajos españoles de oceanografía: campañas del «Vasco Núñez de Balboa» en el Mediterráneo: finalidad y resultados. La próxima campaña del «Hernán Cortés» por las rías gallegas. Trabajos oceanográficos en San Sebastián. Boletín de Pescas 1: 3-8. Junio 1916.
-de Buen, O. Trabajos españoles de oceanografía: campaña del Hernán Cortés este verano. Boletín de Pescas 3: 2-9. Septiembre 1916.
-Pérez-Rubín Feigl J. Las investigaciones biológico-pesqueras de Joaquín de Borja en el mar catalán (1891-1924) y el pontón oceanográfico Cocodrilo. Revista del Museum Marítim de Barcelona, pp. 99-117, diciembre 2008.
-El Instituto Español de Oceanografía. 75 Años de Investigación. MAPA, pp. 136 (1989).
-Internet: http//www.foro.todoavante.es